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Cómo
digo que no a mi hijo adolescente
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Cuentos
parador de niños (2ª ed.)
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Carmen
Balmaseda
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La
camisa del casado feliz
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Cómo
mejorar la comunicación conyugal
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Científica,
madre de siete hijos, ministra... ¿Es usted de verdad?
No soy «superwoman»,
donde estoy es el resultado de un largo camino de altibajos y decisiones
con mi marido, y también de errores. Pero he visto que los
jóvenes con buena formación aman su trabajo y les sienta
bien progresar y organizar su mundo. Y cuando quieren tener niños,
tanto el padre como la madre deberían retener en mente el seguir
desarrollándose de manera autónoma para luego poder
cumplir juntos con su papel educativo.
Usted podrá,
pero algunas empiezan a aducir que eso es un camelo...
Lo que han percibido es que si desatendían al niño
por su carrera eran malas madres. Ante ese estrés y la mala
conciencia, dejaron de tenerlos. Tampoco existía la infraestructura
para una nueva situación económica en la que ambos cónyuges
necesitan trabajar para mantenerse. Lo que ayuda es que el mundo laboral
y la sociedad tengan consideración con los niños, que
sepan que los necesitan.
Parece estar
mejor considerado el sufrir al jefe ocho horas que el tener un hijo...
En Escandinava y en EE.UU., donde hay consideración y flexibilidad,
los jóvenes más formados siguen teniendo niños.
Canadá, Australia o Islandia experimentan un «boom»
de natalidad con un 90 por ciento de las mujeres trabajando. Asumen
que pese a educar a los niños hay que volver al trabajo, lo
que exige un clima favorable y una infraestructura. Saben que los
mayores necesitan a los niños, y los niños necesitan
socializarse con otros niños, porque ya no tienen muchos hermanos
con los que acostumbrarse a estar, a imponerse, a ceder y aprender...
Un estudio de
Allensbach concluye que la familia desempeña el papel primordial
en la felicidad individual. ¿Es su ministerio el más
importante del Gobierno?
Debería... En una globalización que nos supera, retornamos
sobre aquello en lo que sí podemos influir y la familia recobra
su importancia, no sólo como factor de equilibrio, sino como
herramienta para transmitir directamente unos valores, una interioridad
o una trascendencia. Además comprobamos que sin niños
un país no puede seguir existiendo, por razones económicas
y también emocionales.
Pero las familias
se rompen y la gente sobrevive con prozac. ¿Pondría
como asignatura aprender a ser feliz en pareja?
Una gran idea. Una relación equilibrada no es sólo
empezar, sino ir juntos por la vida, y exige que ninguno de los dos
se hunda o se pierda. Observo entre mis compañeras que muchas
parejas, después de quince años, se separan. La mujer
suele ser abandonada por otra más joven, y los niños
sufren. Frecuentemente sus vidas divergieron: deberían haber
seguido desarrollándose cada cual y combinándose juntos.
¿La familia
futura es un «lego» desmontable?
Pero ésta también puede ser perfectamente feliz. Las
investigaciones demuestran que lo decisivo no es el modelo, más
tradicional o menos, sino el clima, o sea, la sinceridad y el cariño
con que se trata a los padres y a los niños. Mi convencimiento
es que una buena familia, la que sea, tiene que ser reelaborada cada
día según las necesidades y en consideración
al otro: como mujer, saber que mi marido también es importante
como padre; o, para él, que tiene una mujer que intelectualmente
prosigue su camino, que es responsable con la crianza de los niños
y también con la economía familiar.
Las encuestas
insisten en que los alemanes no quieren hijos. ¿Se ve fracasar?
Estamos en situación muy crítica, sobre todo psicológicamente.
Hay que volver a hablar del pan que los niños traen bajo el
brazo: se llama alegría, fuerza creadora, seguridad futura...
que los niños no significan pobreza, sino perspectiva. Pero
viendo las estadísticas, hay que dejar claro que cada vez más
es un tema de los hombres.
A una política
de la mujer, ¿le seguirá una política para el
hombre?
Para el padre, mejor dicho. Los hombres hoy tienen miedo de ser padres,
no se deciden, no saben cómo van a ser aceptados como padres
en la sociedad y en la empresa. Será que ven lo que padece
la mujer.
La ayuda en
Alemania por niño quintuplica a la española. ¿Soluciona
la ecuación familiatrabajo?
Sabemos que donde se puede optar a permiso con sueldo, los padres
quieren pasar más meses con sus hijos. Aquí, sólo
lo toman un 5 por ciento de los padres; pero allí donde hay
más tradición son hasta un 80 por ciento y, claro, entienden
mucho mejor qué es la educación. Luego, estadísticamente,
quieren tener más niños. La empresa está entendiendo
que esto es importante para sus empleados y que, si no, los perderá.
Tiene que reorganizarse.
¿No pedía
la CDU un sueldo de 600 euros por madre?
Era otro tiempo. De oposición. Podría estar muy bien,
pero lo pagarían los que están trabajando, y de los
40 millones de trabajadores alemanes actuales, dentro de quince años
tendremos quince millones menos; y mucha gente mayor. Los adultos
estarán sosteniendo a la vez a sus hijos y a sus padres. ¿Pueden
subvencionar también a las madres?
¿Y pasar
una pensión a la ex?
Por eso, países avanzados como éste vuelven a tener
niños en el umbral de la pobreza.
La economía
requiere mujeres, pero también niños. ¿Son incompatibles?
Aquí, un 75 por ciento de mujeres con selectividad, y un 63
sin selectividad, quieren seguir trabajando después de tener
hijos, aunque en la práctica un 40 por ciento no se reincorporan.
La madre no puede ser abandonada a una decisión que, por experiencia,
sé que es muy dificil, y ver que encima tu empresa no te lo
pone fácil.
Algunas empresas
empiezan a preferir personal con familia a solteros.
Indiscutiblemente. Son las cabezas más flexibles, rápidas
y maduras emocionalmente. Piense que tener cuatro hijos es ya dirigir
una «pyme». Pero ha sido difícil que la empresa
alemana se convenza, frente a la estadounidense o la suiza, de que
fracasará internacionalmente si no se ocupa de sus padres y
madres, de que éstos puedan educar a sus hijos. Aquí
hay médicos jóvenes que emigran a EE.UU. porque tienen
mejores condiciones, y pueden tener tres o cuatro hijos. Y quieren
las dos cosas. Es lo mejor para un país.
¿Cómo
lo hacen sin tanta ayuda?
Con descuentos fiscales y un abanico de opciones de cuidado de niños,
de servicios domésticos. Su economía, sencillamente,
se adapta para hacer posibles las cosas. En cambio, en los países
nórdicos y del Este mantener el sueldo durante el primer año
de permiso es muy importante para poder dedicarte a tu hijo y a planear
cómo organizar luego su cuidado, y de ahí que el Estado
haya dispuesto guarderías. Pero lo fundamental es que la madre
no se desconecte totalmente del trabajo, y que pueda hallar luego
alternativas flexibles tras el primer año.
En España
son sólo cuatro meses. ¿Eso desanima a la paternidad?
También la sociedad tiene que aprender que es bueno tomarse
un año para cuidar a un niño, y que las empresas ofrezcan
luego opciones variables de reenganche. Siemens, como quiere captar
a las nuevas estudiantes, tan bien preparadas, está haciendo
guarderías en sus recintos... Al final, gana la empresa.
Si es inteligente
tener hijos, ¿por qué los más formados no los
tienen?
Si la mujer entiende que va a trabajar sólo hasta que tenga
niños, pasa que la que no cuenta con perspectivas laborales
tiene niños de todas maneras; y la que sí las tiene,
y de la que el Estado espera recaudar más impuestos, no se
arriesga a perderlas, y no tiene hijos. En esa esquizofrenia vivimos
desde hace treinta años: mucha formación, no niños.
La CDU propone
revisar qué valores requiere la nueva sociedad. ¿Hay
valores modernos?
Los valores son los de siempre: la familia, la responsabilidad por
el otro, valores cristianos que deben ser traducidos a otros tiempos.
La familia no puede pervivir mirando a lo que fue, su economía
y la de todos es ya global y la mujer es hoy muy importante. Pero
siguen importando que haya niños en las calles, la solidaridad
generacional, la buena educación, la subsidiaridad, y hay que
preguntarse cómo mantenerlas en un mundo moderno. No caben
respuestas de los años 50. Aceptemos que hoy falta ese laboratorio
social que eran las familias numerosas, con varias generaciones conviviendo,
pues este Gobierno quiere abrir «casas intergeneracionales»
donde poder encontrarse con guarderías, ayuda con los deberes,
lugares para ancianos... Recuperar el valor de que una generación
ayude a la siguiente.
¿La familia
fue enterrada en los años 60?
Tonterías. Recupera importancia frente a la globalización.
La familia es donde se aprende la responsabilidad entre hijos y padres,
los valores que queremos para mañana. La educación hoy
es transfronteriza, pero igual necesita límites, pues de mayor
uno encontrará reglas. Los niños siguen necesitando
tiempo, y ejemplo; y deben conocer el valor del esfuerzo para el éxito.
Guarderías y maestros tienen que volver a hablar de los rituales
del orden, de cómo convivir con un anciano, o cómo recibir
a un extranjero.
¿Alguien
sale en televisión por ser un buen padre?
En sociedades destacadas como Suecia o Australia, no eres una persona
de éxito sólo por ser buen profesional, sino si eres
buen padre y tienes una familia con éxito. Cuando me presentaba
a trabajos en EE.UU., siempre me preguntaban qué hacía
además del trabajo, si criaba niños o colaboraba en
alguna asociación. ¡Me han dado puestos por tener hijos...
En Europa me los darían por no tenerlos! Saben, sencillamente,
que un padre es más competente socialmente. Esto va a cambiar,
porque esas sociedades tienen éxito.
En una España
sin hijos, la política familiar ha empezado por la boda homosexual...
Pues perdone, pero eso no sube el índice de natalidad. Es
política del artificio, y es jugar emocionalmente con las parejas
homosexuales y no tomar en serio sus problemas. Es estúpido
reducir la familia a política de partido. Mire, sé que
las nuevas generaciones de españolas y españoles están
muy bien preparadas. Pero la mujer se topa con el problema de cumplir
un modelo de madre española perfecta, que hoy es difícil.
No se le puede impartir una formación y abrirle puertas para
luego ponerla en el brete de renunciar. Entonces abdica de algo, y
pierden todos, la primera ella. La sociedad tiene que decirle: no,
porque hoy estás más formada... Puedes hacerlo todo.
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