Familia y cine: La fidelidad ayuda a los hijos:
"My Family", de Gregory Nava

Rufino Valente 28.09.2 www.PiensaunPoco.com

Seguro porque hay fidelidad         Esta misma idea es eficazmente transmitida por Gregory Nava en My family (1995), al contar la vida de una familia de inmigrantes mejicanos en Los Ángeles. Las a veces tortuosas vidas de los hijos encuentran siempre el punto de referencia, el norte, el consuelo y la acogida en la fidelidad mutua de unos padres que han dado su vida por ellos. Son varias las escenas en las que el padre recibe y habla con los hijos –en los distintos momentos y fases de la vida, tanto en la infancia como en la vida adulta– en la parte posterior de la casa, junto al campo de maíz donde está sepultado el bisabuelo de la familia, quien llegó a esa tierra cuando todavía era México.
Supera todo lo malo

        Estas escenas impregnadas de gran lirismo, muestran la familia como el lugar al que siempre se puede volver. La fidelidad no es otra cosa que reconocer el origen de las relaciones personales y biográficas y actuar en consecuencia, siguiendo las exigencias éticas y jurídicas de las mismas.

        El director de cine mejicano muestra también la fidelidad de la mujer, como esposa y como madre. Ambas fidelidades –la del padre esperando a sus hijos sentado junto al maizal y la de la madre con su amor incondicional– suponen su corona de triunfo, el premio de una existencia que, a pesar de todas las cicatrices, de todas las calamidades sufridas y de todos los errores cometidos, ambos cónyuges coinciden en afirmar que «ha valido la pena vivirla».

La fidelidad de los cónyuges y los hermanos

        Esta fidelidad es la que «salva» a los hijos, en especial, a Jimmy, el pequeño de la familia, en quien recaen como una losa las injusticias gubernamentales, el haber presenciado directamente la muerte violenta de su hermano Chucho a manos de la policía, la muerte de su esposa y las dificultades de la vida. Esta fidelidad paterna y materna posibilitará y capacitará a Jimmy para afrontar y superar a su vez las dificultades de una relación muy difícil con su propio hijo.

        La fidelidad entre los hermanos está íntima e indisolublemente ligada a la fidelidad conyugal y a la filial. Porque si los hermanos se reconocen entre sí, ¿a qué se debe? ¿no será porque –como afirmó Judá al intentar salvar la vida a su hermano José– los hermanos son «la misma carne», reflejo de la unidad que constituyen entre sí los cónyuges?