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Lo hecho hasta entonces |
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Cada uno es como es |
Pues yo a veces pienso que cada uno es como es, desde su nacimiento. Mis hijos, por ejemplo, que son aún pequeños, se han educado en el mismo ambiente, y sin embargo son muy distintos unos de otros. Eso demuestra que esto de la educación es algo bastante relativo. No te digo
que no. Es verdad que cada uno es como es. Pero me imagino que no
querrás abandonar a la ventura su educación con esa
excusa. Un chico de diez o doce años es todavía un interrogante
abierto, está aún muy por hacer, y de la educación
que reciba dependerá en mucho su futuro. | |
No hay recetas mágicas |
En eso estamos de acuerdo; si no, no estaría leyendo este libro. Lo que te pido por favor es que no me vengas con fórmulas mágicas, porque si las hubiera ni se leerían estos libros ni estarían las cosas como están. Descuida.
No lo haré. No hay recetas mágicas; o, si las hay, por
lo menos no existen formas fáciles de llevarlas a la práctica.
Sería como preguntar a un campeón de ajedrez o a un
gran futbolista cuál es la clave de su éxito. Lo normal
es que no obedezca a una buena jugada como tal, sino a un conjunto
de ideas que ha sabido conjugar acertadamente. | |
La innegable influencia |
Y sé positivo también, por favor. También procuraré serlo, porque la educación ha de estar siempre presidida por el optimismo acerca de la capacidad de cambiar que tiene el hombre. Educar ha de ser una labor creadora y positiva, pues como ha escrito C. S. Lewis, el objetivo del educador no puede ser talar bosques, sino fertilizar desiertos. Y este es el tono que desde el principio quiere tener este libro. La calidad de vida de una persona depende en mucho de su educación. Es algo fundamental para el bienestar individual y colectivo. El chico será feliz y estará preparado para el futuro eso es lo que pretendemos si quienes estamos comprometidos en su formación logramos inculcar en él ideas sanas, criterios sensatos y valores adecuados. La gente más feliz no es la que más dinero tiene, ni la más dotada por la naturaleza, ni la que disfruta de más comodidades. A veces, incluso esos son los más insatisfechos. Aprender a ser feliz requiere toda una capacitación, una educación de la interioridad personal. Su felicidad dependerá en gran medida de cómo se desenvuelva más tarde en un ambiente que muchas veces será permisivo y difícil. Y la preparación para esa etapa ha de empezar mucho antes de la pubertad: así lo han comprobado en su propia carne muchos padres, después de llevarse un buen disgusto. | |
Hay que aprender para saber |
Oye, y si tanto depende de cómo se educa, ¿por qué hay padres fenomenales con hijos que son un desastre, y padres caóticos con hijos encantadores? Aunque esos casos parezcan muy numerosos, son proporcionalmente pocos. Lo normal es que los hijos salgan a sus padres: de tal palo, tal astilla. Lo que es una lástima y sí es más frecuente, es encontrarse con padres que son buenos y ejemplares, pero que no se han esforzado por aprender la ciencia y el arte de educar, y no les ha ido nada bien. El esfuerzo por educar siempre tiene su premio. Además, su primera consecuencia es que hace mejorar al educador como persona. Sólo por eso ya merece la pena tomárselo muy en serio. | |
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