De vuelta al “cole”
Victoria Cardona
Profesora y orientadora familiar

 

 

Seguimos progresando

        Terminado el tiempo de vacaciones, volvemos al curso escolar: pequeños y adolescentes están de vuelta al colegio. Reemprendemos el ritmo de la vida ordinaria, el orden habitual del hogar y del trabajo. Estos últimos días estuviste preparando con los tuyos: ropa, bolsas, estuches de lápices con la punta bien afilada; quizás tuviste que comprar una mochila nueva –la del curso pasado estaba hecha un desastre y no la has podido reciclar– y unas deportivas, que por cierto, ¡¡¡no hacia falta que fuesen de marca!!! Animaste a los pequeños que tenían sus cuadernos de verano a terminar a toda prisa las tres últimas páginas que les quedaban por hacer y muchos otros detalles que padre y madre habéis hecho con toda la ilusión para que la puesta a punto del primer día de colegio fuera inmejorable.

         Los más pequeños de tu casa van recordando contigo el nombre de los amigos y amigas con los que se encontraran al empezar el curso, lo hacéis a menudo, crees que así no les costará tanto la separación y aceptarán mejor el cambio, aún resuenan en tus oídos, cabeza y corazón los llantos del benjamín de tus hijos al empezar la guardería. Tus hijos adolescentes están desde hace días “colgados” del teléfono hablando de las experiencias de verano con los de su grupo.

         Antes de empezar el verano te recordaba la necesidad de seguir con alguna de las pautas marcadas en el hogar para obtener la creación de hábitos que habías conseguido el curso pasado y, de música de fondo, (como te he escrito a menudo) vivir los límites y la obediencia –por parte de tus hijos e hijas– y el diálogo, la alegría y el buen humor –por tu parte–. Este tema debe estar asumido para siempre y al empezar la escuela procuraremos ser constantes en las costumbres establecidas y conservarlas.

         Hoy te sugiero no olvidar algo que conviene evitar: demostrar prisa. Es mala aliada para la serenidad y la convivencia familiar.

Con la cabeza y el corazón en los hijos

         Una gran verdad es que el tiempo que ha pasado no vuelve y que vale la pena vivirlo con el máximo aprovechamiento, a la vez, al hablar del espacio familiar debe ser un tiempo de calidad. Nuevo curso, nuevos retos. Sólo hace falta proponernos pequeños objetivos y el hecho de demostrar calma y dar calor a nuestra familia es un bien que facilita la obtención de buenos resultados educativos.

         Tienes a tus pequeños desayunando antes de ir hacia la escuela; estás pensando en la reunión de primera hora de la oficina y mientras pones la lavadora de ropa vas diciendo a los “peques” estas frases: “daros prisa que hemos de llegar puntuales al colegio”, “y ahora te has manchado!, “rápido dame la camiseta, vete a buscar una de limpia”, “no te olvides el bocadillo”, “no molestes a tu hermano, no os peleéis”, “llegaremos tarde”. Salís todos acelerados, llegáis a la puerta del colegio: “adiós, portaros bien”.

         Crees que todo ha ido bien: “ahora me concentro en la reunión de trabajo y en las ideas geniales que debo aportar”. Luego reflexionas y te preguntas: ¿Cuántos besos y caricias he entregado a mis pequeños al levantarse de la cama?” “¿Les he hablado de ofrecer a Dios, el estudio, el juego el día de hoy?” ¿He dialogado con ellos mientras tomaba mi café con leche, interesándome por sus cosas?”

         “Siempre estoy a tiempo de rectificar. Luego los iré a buscar al “cole” y les preguntaré por sus cosas, los abrazaré… Mañana podré esforzarme para no contagiar mis prisas y amoldarme a su ritmo, que no es el mío”.

         El afán por empezar cada día con renovada ilusión se actualizará gracias a las experiencias y aseguraría sin miedo a equivocarme que tú, padre o madre, valorarás que tu tiempo de calidad es el bien más apreciado que desean de ti los que te quieren. Con tu tiempo no les das nada material, sino que te das tú mismo.