Jesucristo, el modelo


Victoria Cardona y Romeu.
Educadora Familiar.
www.e-cristians.net

Ideal de padres cristianos

        En el número 520 del Catecismo de la Iglesia Católica leemos: "Durante toda su vida, Jesús se presentó como nuestro modelo. Es "el hombre perfecto", que nos invita a ser discípulos suyos y a seguirlo. Con su venida nos da un ejemplo a imitar, con su plegaria nos mueve a rogar, con su pobreza nos llama a aceptar libremente el desprendimiento y las persecuciones". Este punto del Catecismo es todo un programa de catequesis para los progenitores, procurando dar a sus hijos e hijas un modelo que dé sentido a su vida, para lograr la felicidad. Esta felicidad dependerá más del conocimiento de Cristo y la manera de actuar de Nuestro Señor que siempre habla de amar, que de confundir la felicidad con el bienestar y las cosas materiales. Seguir al Maestro, ser austeros, humildes, rogar... es todo un programa.

        Lo que deseamos, pues, todos los padres y madres cristianos es que los hijos aprendan de la vida de Jesús. Por esto que la verdadera pedagogía cristiana de los progenitores se basará en la aplicación del Evangelio a la vida personal para poder transmitir, con nuestro testimonio, la vida de Cristo.

Palabra oportuna y coherencia de vida cristiana

        Juan Pablo II, en el IV Encuentro Mundial de las Familias del 25 de enero de 2003 en Filipinas, les daba esta consigna: "¡Con la ayuda de Dios hacéis del Evangelio la regla fundamental de vuestra familia y de vuestra familia una página del Evangelio escrita para vuestros tiempos!" Encontramos muchos pasajes del Evangelio en que Jesús pide a sus apóstoles que aprendan de los niños. Esto puede ayudar a las criaturas a comprender que Él es su mejor Amigo, que cuando andaba por los caminos de Palestina ya los recordaba y hablaba de copiar la sencillez de los pequeños a aquellos discípulos desbordados por su trabajo: "Dejad que los niños se acerquen a mí".

        Cada familia, según su estilo y en el momento adecuado, puede encontrar algún versículo del Evangelio sobre momentos de la vida de Jesús, frases, plegarias, Sermón de la Montaña, conversaciones con los apóstoles y discípulos, etc., sobre los cuales se puede reflexionar para encontrar el momento de explicarlo con sensibilidad y claridad, según la capacidad de comprensión y edad del hijo o hija. Es bueno aprovechar los tiempos litúrgicos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua de Resurrección. Siempre quedarán, en lo más profundo de su alma, las exposiciones de los padres y la coherencia de la vida cristiana, es decir, actuar de acuerdo con lo que se ha hablado. Damos a continuación unos valores que se pueden aprender de la vida del Hijo de Dios, para aplicarlos de forma concreta a las circunstancias de los niños y jóvenes:

Sus ejemplos de vida

  • Pobreza y desprendimiento en el establo, donde nace Jesús: "lo abrigó y colocó en un pesebre, porque no tenían lugar en el hostal".
  • Obediencia, vida de niño en Natzaret: "les estaba sujeto".
  • Estudio y responsabilidad, adoctrinando a los maestros de la ley: "todos los que lo escuchaban se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas".
  • Laboriosidad: después de treinta años de vida oculta: "¿no es este el hijo del carpintero?".
  • Misericordia: curaciones de enfermos, comprensión y siempre, hasta el último momento en la Cruz, su perdón.
  • Amistad: Lázaro, Marta, María, Nicodemo, José de Arimatea, Zaqueo, los apóstoles, discípulos, etc.
  • Alegría: "Si observáis mis mandatos os mantendréis en el amor que os tengo… Os he dicho todo esto porque tengáis la alegría que yo tengo, una alegría bien llena".
  • Amor: "un mandato os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado".
  • Generosidad y sacrificio: La Pasión y Crucifixión. Mensaje de las Bienaventuranzas.
Desde los sucesos cotidianos

        Hace falta recordar que hoy los niños y jóvenes reciben muchas imágenes que pueden ser para la familia una herramienta de comunicación para que aprendan a afrontar las dificultades, siguiendo el modelo de Cristo: aprovechar los acontecimientos adversos y las circunstancias difíciles: imágenes de guerra que se ven en los medios de comunicación, terremotos, inundaciones, pérdidas por muerte de personas conocidas, enfermedades, etc., porque nuestros hijos e hijas rueguen y así, los que padecen, se encuentren acompañados por su oración y compañía. Fomentamos de esta manera que alcen su corazón delante del dolor, la unión con Jesús que padeció en la Cruz por nosotros, y la sensibilidad para amar a los que padecen.

        Juan Pablo II, nos decía al iniciar su Pontificado: "No tengáis miedo". Si animamos con la palabra y con las obras a los hijos e hijas a seguir y a identificarse con Jesús, los cristianos seremos capaces de remover el mundo. Deseamos que sean "sal y luz", que siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor den testigo y pregonen la buena nueva de Aquel que es "el camino, la verdad y la vida".