LA COMUNICACIÓN EN EL MATRIMONIO
A LO LARGO DE LOS AÑOS

Gloria Elena Franco (Vivir en Familia)

        Por unas circunstancias o por otras, la realidad de la vida dice que las expectativas creadas durante el noviazgo no corresponden con la verdad del matrimonio. Los castillos en el aire resultan no ser tales. Aparece el desencanto; la desilusión, dicen algunos. Tal cosa sucede porque el matrimonio, a diferencia electrodomésticos, no trae sello de garantía. Es algo que cada uno en particular, cada pareja en especial, debe buscar y conquistar a diario, siempre y cuando, claro está, que lo que pretenda es ser feliz.

        Es un hecho que la vida matrimonial cambia con el tiempo y las circunstancias. Las personas evolucionan y la propia relación de los esposos varía con el tiempo. El cambio puede ser favorable o desfavorable: puede convertirse en algo mejor, o suponer por el contrario un retroceso. O también esa vida matrimonial puede quedarse estancada.

No es oro todo lo que reluce

        El período inicial del matrimonio es difícil. Los cinco o siete primeros años de casados son una etapa de acoplamiento: se descubre al otro y a uno mismo en relación con el otro. La vida diaria que hacía cada uno da un vuelco. De repente, dos que se veían con alguna frecuencia, se encuentran compartiendo manteles, cama y sofá. Aparecen las primeras preguntas: ¿Quién es éste con quien me casé? ¿Es ésta la que tanto quiero? La respuesta es afirmativa pero lleva una sombra de duda. Claro que sí se le quiere al otro, ¡y de verdad!, pero hay que seguir queriéndole en su nueva faceta. Es el momento de la comunicación hay que hablar, cambiar impresiones, idear la forma de mejorar al otro con cariño, darle mi colaboración pero nunca mi imposición. Es la etapa en la que hay que aprender a ponerse de acuerdo. Son años en los que ver lo bueno del otro, antes que sus defectos, resulta una sana práctica de confianza y aceptación.

        Lo que en esta etapa se consolide de manera positiva, gracias a la comunicación de ambos, supone el inicio de un largo trayecto que permitirá el buen rodaje de la relación conyugal. Cuando en ésta época se comparten problemas y dificultades, la buena voluntad de ambos los hará desaparecer o, en el peor de los casos, disminuirán de importancia.

Rectificar es de sabios

        Superada la primera etapa, marido y mujer comienzan la andadura de un matrimonio adulto. La pareja se encuentra centrada en sus funciones de padres y profesionales. Habrá mejor comunicación conyugal sí, además de saber lo que quiero decir, sé como decirlo porque conozco a quien me va a escuchar. Si, como se dice, rectificar es de sabios, es en esta etapa en donde habría que hacer más énfasis en la necesidad de empezar de nuevo cada día, renovando tanto la afectividad como los proyectos. El silencio y la poca comunicación conyugal en esta segunda etapa pueden ocultar conflictos matrimoniales, de no hablarse o solucionarse a tiempo conllevan conflictos para la convivencia familiar. Cuando el objetivo es claro se camina en la misma dirección. Para poner un ejemplo, adjuntemos a continuación la ficha práctica “MI MARIDO NO ME COMPRENDE”.

        Situación - María y Ernesto son lo que se dice “un matrimonio bien avenido”. Se casaron hace cinco años y son felices con sus dos pequeños: Ángel y Alfredo. Aparentemente el matrimonio marcha bien, no hay entre ellos disgustos especiales y se comprenden mutuamente. Para Ernesto todo es perfecto: atraviesa por un buen período profesional y tiene una mujer que le quiere: siempre le espera en casa, es abnegada, se preocupa por su trabajo. ¿Qué más se puede pedir?

        María no ve tan despejado el panorama, se siente interiormente satisfecha, ve que no pasa nada pero es justamente lo que le preocupa. Tiene la sensación de que cada vez que habla a solas con su marido, él la oye pero no siempre la escucha. Incluso ha llegado ha hacer la prueba comentándole lo que le había dicho en otra ocasión y, para Ernesto, resulta ser totalmente nuevo. Es como si estuviera en su mundo con sus ideas, su trabajo, sus amigos.

        María decide al principio callar, por temor a no verse comprendida y se limita a no confiarle nada suyo a Ernesto, a cumplir en casa y nada más. Se inicia un período de “guerra fría” en el matrimonio. Un día que llegó de visita la madre de María, ésta reconoció su torpeza y vio la necesidad de hablar cuanto antes con Ernesto.

  1. Objetivo - La comunicación en el matrimonio.

  2. Medios - La madre de María le hizo ver que es absurdo que queriéndose estuvieran haciéndose daño. Era absurdo seguir así, sin aclarar la situación. No había más que un medio posible: esa misma noche, pasara lo que pasara, abordaría a Ernesto para hablar con él.

  3. Motivación - El amor hacia su marido y las palabras de su madre fueron motivación más que suficiente para María, que tomó la responsabilidad de salvar la situación. No es que ocurriera nada grave que pusiera en peligro la estabilidad conyugal, pero ambos se sentían incómodos, ninguno cedía, y cada uno pensaba que era el otro quien debía abordarle.

  4. Historia-Resultado - El propósito firme de María bien le valió una recompensa: después de un rato de mutuas consideraciones erróneas de Ernesto sobre su mujer, los juicios que ésta había hecho de él, todos, y cada uno de los aspectos que en adelante deberían evitar. No tienen dudas, para Ernesto y María ha quedado claro que ante cualquier diferencia que se presente lo primero será hablar para intentar resolverla. Ernesto se propuso pensar un poco más en “femenino”: su mujer no era un amigo más o un compañero de trabajo, ella era diferente y, aunque compartan lo mismo, su visión de las cosas varía.

  5. Comentario - Ernesto ha tenido suerte al casarse con alguien como María; ésta ha sido humilde y, aunque en principio se negó a la comunicación, tuvo la fortaleza de romper el silencio y desafiar el ambiente poco propicio; la madre no hizo de “suegra”, ya que en vez de echar más leña al fuego destacando la parte de culpa del marido obró con equidad.