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Me parece que la obediencia siempre está impulsada por el amor.
Por eso es por lo que, padres y madres, tenemos que hacerla agradable
y comprensible a través de la confianza. Esta confianza está basada
en el afecto, que facilita al niño obedecer. Destacaremos unos puntos
para reflexionar, viviéndolos también nosotros mismos, que no nos
pase como aquella pequeña que, preocupada porque su madre le decía
que regalara un juguete, le preguntó: ¿y tú que das?, así la madre
aprendió a pensar y preocuparse por ser un modelo para su hija, entregando
ella también algo.
- Actitud
positiva: La alegría y el buen humor juegan
un papel muy importante en los sentimientos de los pequeños, incluso
en los de las personas mayores. Nada de desaliento ni de órdenes
negativas. Quienes tenemos el deber de educar, debemos dar las instrucciones
necesarias y claras para hacernos obedecer, con la comprensión de
que los niños o jóvenes tienen que hacer un esfuerzo y con la paciencia
de que los resultados nunca son inmediatos. Cuando hablamos de obediencia
nunca podemos pensar en formas violentas de autoritarismo, que seria
fruto de querer dominar, ni de sobreproteccionismo o de imposición
que anularían la voluntad del niño. No es buena una obediencia de
esclavo.
- Influencia
del ambiente: Actualmente se confunde
la comodidad y el egoísmo con la realización personal, cuando precisamente
el espíritu de generosidad hacia los demás es lo que comporta más
gozo. Se vive la verdadera libertad cuándo, dejando el amor propio,
escuchamos lo que nos proponen y cambiamos de opinión y de forma
de actuar. Seguro que cuando nos lo dicen con prudencia y con aprecio,
no se hace ningún rechazo. No son los hijos e hijas los únicos que
han de obedecer, sino también la mujer al marido y el marido a la
mujer, y también ponderar consejos que nos lleguen de otros entornos.
La convivencia se hace agradable cuando sabemos ceder en las preferencias
personales y sabemos entregar el propio juicio. Dice el pedagogo
Otto Dür: ''La persona imbuida del propio ''yo'', encuentra una
gran dificultad en obedecer''. Por esto, es recomendable en el ámbito
familiar habituarse a utilizar en el lenguaje el ''nosotros.''
- Comunicación:
Quien debe obedecer ha de amoldarse al criterio del otro, pero para
hacerlo, necesita ejercitar su libertad, preguntar, pedir más información,
tener iniciativas. Si hay una comunicación real entre quien dirige
y quien debe obedecer todo es más efectivo. La palabra obediencia
proviene etimológicamente de ob-audire: ''escuchar con atención''.
Esto es aplicable, además de las relaciones familiares, a las laborales
y a las sociales, para hacer el trabajo más productivo y para saber
convivir con armonía. Sobre todo se trata de no formar personas
rebeldes y contestatarias, que sólo saben ver la parte negativa
de la vida, quejándose y no buscando nunca soluciones, limitándose
a criticarlo todo y a querer hacer valer sólo sus ideas, sin respeto
hacia la opinión de los demás. Se trata de comprender el mensaje
dado y asimilarlo e integrarlo como propio.
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