Ampliación del curso de formación para padres

Los padres y el estudio


Victoria Cardona i Romeu. Educadora Familiar
www.e-cristians.net

 

        Después de un tiempo de vacaciones nos encontramos de nuevo con el curso escolar, que supone para nuestros hijos e hijas un cambio de hábitos y de costumbres. Este cambio requiere por parte de los progenitores una reflexión para ayudar a hacer esta nueva etapa más amable y motivar el esfuerzo que comporta en los niños. No se puede olvidar que, en la mayoría de las familias, los niños han estado más acompañados por sus padres y madres, que han estado más descansados que en épocas de trabajo; por lo tanto, con más oportunidades para dedicarles muchos ratos de sus vacaciones. Vi el esfuerzo que supone el primer día de escuela en los informativos de una cadena televisiva, reflejado en una niña de 4 a 5 años, que al preguntarle como le iba sólo contestó "no quiero hablar" con un gesto muy significativo de rechazo. También es cierto que había otros niños que estaban ilusionados por reencontrarse con sus compañeros, pero para estos hijos o hijas preocupados por volver a la escuela, destacaremos a continuación algunos aspectos interesantes para conseguir una integración tranquila y feliz en las tareas escolares.

1.- Actitud positiva

        Como que para muchos padres y madres coincide el periodo del regreso al trabajo con el inicio del curso escolar, es necesario no hacer ningún comentario negativo, ni quejarse por haber acabado las vacaciones. Los hijos tienen que notar que para los mayores trabajar nunca es una carga, sino un medio para ser útiles y hacer un servicio a los otros. Demostrar, con alegría y comentarios adecuados, la gran suerte que tienen de poder aprender, de relacionarse con otros niños, de reencontrarse con los amigos y los profesores, de tener un material escolar. También valorar que pueden acceder a estudiar, que no todo el mundo lo puede hacer con tanta facilidad. Hace poco, leía a la prensa que en el Nepal hay niños y niñas que tienen que andar dos horas de ida y dos de vuelta para recibir sólo dos de clase. También es una realidad que en algunos países las criaturas, especialmente las niñas, desde bien pequeñas tienen que trabajar sin poder ir a la escuela.

        
2.- Vivir el orden

        Es muy importante desde los primeros días crear hábitos que deberán mantenerse todo el curso. Para hacerlo, se necesita la presencia del padre o de la madre, y si esto no es posible, de una persona capacitada para seguir las orientaciones adecuadas. Al llegar a casa, tenemos que pensar qué opciones tenemos para ir organizando el tiempo libre: preparar la merienda, jugar o ayudar a hacer los deberes, buscando un sitio tranquilo y sin ruidos, para facilitar la concentración. Si fuera oportuno, algún día ver juntos un programa de televisión: un concurso, por ejemplo, que ayude a tener más vocabulario para expresarse mejor y que sean los padres que lo escojan, puesto que por la tarde proliferan muchos espacios que pueden provocar desorientación, aparte de la gran pérdida de tiempo que significan para toda la familia. Desde los primeros días de estos cambios, saber orientar y programar lectura, juego, música y actividades diferentes que ayuden a recuperar fuerzas y que las criaturas o los jóvenes lo pasen bien.

3.- Proponerse padre y madre, estar más tiempo con los hijos

        Pensar, con toda sinceridad con uno mismo, si alguna vez no se retrasa el regreso al hogar por comodidad, por desorden, o por pérdidas de tiempo durante el día. Sé de empresas, todavía pocas, que valoran mucho el trabajo de una madre de familia numerosa por su capacidad organizativa y actitud positiva para resolver problemas, y también, porque se preocupa por dedicar a sus hijos un tiempo de calidad cuando vuelven de la escuela. No es lo mismo para un niño abrir la puerta con la llave, entrar a solas a casa y hacer lo que le complace sin límites, que otro al que espera el padre o la madre para acompañarlo en las actividades extra-escolares. Para un niño pequeño es muy importante explicar qué le ha pasado el tiempo que ha estado fuera de casa. Así, se encuentra acogido y escuchado y con sus necesidades afectivas cubiertas; se trata de que nos lo confíen todo, cuando ellos o ellas quieran, no cuando vaya bien a los padres.

4.- La lectura

        No insistiremos nunca lo suficiente en ayudar a crear curiosidad por la lectura, buscando libros adecuados para cada edad, leyendo cuentos cuando son pequeños y estimulandolos a que lo hagan ellos cuando sean mayores. Me quedó grabada la imagen del interés que tenían dos pequeños por su hermana mayor de 8 años. La madre le dijo que preparara el trabajo que le habían dado en la escuela sobre destacar unos puntos de un cuento. Alrededor de la mesa del comedor, los hermanos de 6 y 4 años escuchaban emocionados la lectura que hacía la niña de 8 años, expresando luego su opinión. Y es que la lectura ayuda a pensar y a asimilar el saber, que es el objetivo primordial del estudio. Hemos ilustrado este tema con la fotografía de un niño con un libro en las manos, seguro que este niño imita lo que ha visto en su casa. Como siempre, el ejemplo es el mejor educador.

        Tenemos al alcance un nuevo curso, un nuevo periodo del año como las libretas en blanco de muchos escolares. Es en el hogar donde podemos llenar estas páginas de un ambiente optimista y cálido, que anime y a la vez estimule al estudio, y a ir con ilusión al centro educativo.