Educar.es: "Distintas edades y distintos ritmos"

Josemanuel Tarrío www.PiensaunPoco.com

El mayor es previsor

        El sentido del tiempo de un adolescente –niño o joven– es distinto al sentido del tiempo que tenemos los adultos.

        Permíteme lector una referencia personal. El otro día me vi planteándome seriamente la necesidad de hacerme un fondo de pensiones. Quizás me quede lejos eso de jubilarme pero uno ya piensa esas cuestiones e intenta buscar mayores seguridades por lo que pueda pasar.

        O quizás, tú, lector te estés planteando desde meses las vacaciones de este verano y ya lleves un tiempo ajustando gastos y haciendo presupuestos.

Los más mayores

        Pues para un niño esto es imposible sencillamente porque es un niño y su universo temporal está dominado por el presente.

        Otro ejemplo más nos servirá para centrar más la cuestión. ¿Qué ocurre con las personas mayores? Que se pasan el día contando batallitas ya pasadas. Pero esto sería una apreciación negativa.

        Una persona mayor no cuenta batallitas. Simplemente su sentido del tiempo también es distinto. No prevé el futuro como una persona de mediana edad, porque sabe que le queda poco, ni se preocupa demasiado por vivir el presente porque esta de vueltas –en sentido positivo– de muchas cosas.

        ¿Qué le queda a nuestro querido mayor? Su pasado. Por eso cuenta batallitas.

Un poco de todo

        Me dirás: queda claro el asunto. Pero, entonces, ¿es imposible educar a un hijo en estas cuestiones? ¿Cómo le hago entender que el estudio ofrece resultados no en el presente sino en el fututo?

        Caben muchas posibilidades, porque es posible. Pero todas estas posibilidades se pueden englobar en dos tipos de posturas.

        Como sabemos que los niños funcionan bien si tienen recompensas inmediatas, yo, como padre, le recompensaré siempre que me apruebe un examen o me den noticias positivas desde el colegio o me traiga buenas notas en la evaluación. Esta es una primera postura.

        Una segunda postura camina en otra dirección. Como sé que los niños funcionan bien con esas recompensas en presente y la vida, en definitiva, no funciona casi nunca con recompensas inmediatas, tengo que enseñarle, poco a poco, a saber retrasar la búsqueda desaforada de esas recompensas.

        No optemos aún por ninguna de las dos.