Educar.es: “Sobran palabras y faltan ideas”

Josemanuel Tarrío www.PiensaunPoco.com

Yo o los demás         —"¿Por qué pinta usted, Kama-San?

        —El maestro dice: en primer término, por mi mujer, porque la quiero…

        —No digo para quién, sino por qué.

        El maestro dice que eso es difícil de explicárselo. Dice: Cuando he estado en Europa he visto los museos. Cuantas más manzanas y hasta líneas que no representan nada hacen los pintores, más hablan de sí mismos. Para mí los demás son los que interesan."

        Cojo prestadas estas líneas de "El silencio creador", libro que recoge una recopilación de textos realizada bajo el acierto de Federico Delclaux.

El por qué de las cosas

        Nos internábamos en dos cuestiones importantes en esto de la educación de los hijos. El trabajo como servicio y la vocación profesional.

        Estudios, estadísticas, propuestas y más propuestas nos hablan del fracaso escolar, de la dificultad de educar a los hijos para que sean dueños de sus vidas, del peligro de una diversión juvenil rodeada de drogas y alcohol.

        ¿Por qué no recuperar ideas de fondo, básicas, en esto de la educación? ¿No estaremos desorientados porque sobran tantas palabras y faltan ideas?

        Cualquier persona, todos, necesitamos el por qué de lo que hacemos y nos pasa. O el por qué de por qué las cosas deben ser de una manera y no de otra. Cuando no hay respuestas, o no las encontramos, o no sabemos dónde se encuentran, llegan el desánimo y el aburrimiento.

Razones que no sirven         Y nada peor que el desánimo o el aburrimiento para vivir una vida lograda.

        ¿Por qué tienen que estudiar los niños? ¿Por qué han de formarse durante años? ¿Cómo les explicas esta necesidad a tus hijos o alumnos?

        Si las respuestas son las convencionales, quizás deberíamos encender la luz de alarma y hacer sonar las sirenas.

        Ser hombres de provecho, para ganarse la vida, que las cosas están muy difíciles y hay que estar muy preparados, etc. y etc.

Razones que sí sirven         No parece que estas respuestas o motivos sirvan para llenar de sentido una vida. Más bien al contrario: qué angustia que la vida esté montada de esa manera.

        Este pintor era feliz. Pintaba para su mujer porque la quería. ¡Qué iluso!, diríamos. Pero quizás comprendía el secreto que encierra el trabajar y el trabajo.