La garantía de la historia

Alfonso Aguiló
Libertad y tolerancia en una sociedad plural: el arte de convivir
Alfonso Aguiló

        —Pero siempre queda la posibilidad de que la figura de Jesucristo hubiera sido resultado de una inconsciente y casual creación del genio humano. ¿No podría ser como una proyección consoladora, como una objetivación engañosa de los deseos ocultos del hombre, sediento de una dicha que no posee?

        Son muchas las esperanzas psicológicas, filosóficas o religiosas del ser humano que pueden explicarse por construcciones parecidas. Pero ese tipo de interpretaciones proyectivas presentan un obstáculo insalvable cuando se quieren aplicar al caso del cristianismo: los acontecimientos fundacionales de la fe cristiana son rigurosamente históricos.

        La objeción según la cual toda la religión cristiana podría ser una simple ilusión reconfortante puede llegar a inquietar profundamente a algunos creyentes. Sin embargo, la esencial referencia histórica del cristianismo hacia sus acontecimientos fundacionales, le distingue radicalmente y desde un principio de todas las construcciones humanas. Hay una diferencia abismal entre la fe cristiana, inscrita en los hechos de la historia, y los mitos intemporales de las religiones antiguas, que carecen de historia y solo muestran de esta la apariencia superficial de una narración. Además, en Jesucristo se da una situación poco frecuente respecto a otros personajes de la Antigüedad, pues la existencia histórica de Jesucristo está testimoniada por documentos de tres culturas diferentes: la cristiana, la romana y la judía.