¿Puede la ciencia explicarlo todo?

Para las personas creyentes,
Dios está al principio.
Para los científicos,
está el final de todas sus reflexiones.

Max Planck
Alfonso Aguiló
www.interrogantes.net
Libertad y tolerancia en una sociedad plural: el arte de convivir
Alfonso Aguiló

        Una mirada al desarrollo científico con un poco de perspectiva histórica nos deja asombrados de la rapidez con que las máquinas se trasladan a los museos. Bastantes afirmaciones de las revistas científicas actuales probablemente sean motivo de hilaridad o de asombro para las generaciones futuras, quizá dentro de no tanto tiempo.

        La historia de las ciencias nos advierte, con terca insistencia, de un hecho irrefutable: pocas teorías científicas logran mantenerse siquiera unos pocos siglos; muchas veces, tan solo unos años; y en algunas ocasiones, todavía menos. La mayoría de las afirmaciones de la ciencia van siendo sustituidas, una tras otra, poco a poco, por otras explicaciones más complejas y contrastadas de esa misma realidad. Eran hipótesis que fueron consideradas como ciertas durante una serie de años, o de siglos, y que un día quedan superadas. A veces, son englobadas dentro de teorías más completas, de las que la antigua hipótesis es un corolario o un simple caso particular. Otras, quedaron obsoletas y desaparecieron por completo del ámbito científico. La postura propia de la ciencia experimental ha de ser, por tanto, extremadamente cauta en sus afirmaciones.

        "Una insidia perniciosa -escribía John Eccles poco después de recibir el Premio Nobel por sus investigaciones en neurocirugía- surge de la pretensión de algunos científicos, incluso eminentes, de que la ciencia proporcionará pronto una explicación completa de todos los fenómenos del mundo natural y de todas nuestras experiencias subjetivas. Es una extravagante y falsa pretensión que ha sido calificada irónicamente por Popper como "materialismo promisorio".

        "Es importante reconocer que, aunque un científico pueda formular esta pretensión, no actuaría entonces como científico, sino como un profeta enmascarado de científico. Eso sería cientifismo, no ciencia, aunque impresione fuertemente a aquellos profanos que piensan que la ciencia suministra incontrovertiblemente la verdad.

        "El científico no debe pensar que posee un conocimiento cierto de toda la verdad. Lo más que podemos hacer los científicos es aproximarnos más de cerca a un entendimiento verdadero de los fenómenos naturales mediante la eliminación de errores en nuestras hipótesis. Es de la mayor importancia para los científicos que aparezcan ante el público como lo que realmente son: humildes buscadores de la verdad."

        En cambio, la inmodestia suele ir unida a la ignorancia. La suficiencia con que algunos hablan se presenta como una actitud muy poco científica, pues los científicos sensatos nunca dan categoría de dogma a sus hipótesis. El cientifismo altivo ha hecho siempre muy flaco servicio al rigor de la verdadera ciencia.