Algunas objeciones

Alfonso Aguiló
Libertad y tolerancia en una sociedad plural: el arte de convivir
Alfonso Aguiló

        —¿Pero cuando es el propio enfermo quien lo pide?

        Cuando un enfermo que sufre pide que lo maten, lo que en realidad está pidiendo casi siempre es que le alivien los padecimientos, tanto los físicos como los morales, que a veces son aún más dolorosos. Son casos habitualmente provocados por la soledad, por la incomprensión, por la falta de afecto y consuelo en el trance supremo.

        En cualquier caso, hay que luchar por vencer la enfermedad, pero no es lícito eliminar seres humanos enfermos para que no sufran. El fin –subjetivamente bueno– no justificaría esos medios (en este caso, matar a un inocente).

        La eutanasia no es un simple paliar el sufrimiento, sino despreciar y vejar definitivamente al paciente. Suele hablarse de eutanasia como redención del sufrimiento, cuando con frecuencia no es más que una decisión utilitarista que alivia y libera a quienes han de cuidar al enfermo.

        —Pero no todos los casos son igualmente condenables: hay que ponerse en el lugar del enfermo y de su familia, que pueden estar en una situación tremendamente dura.

        Por supuesto, pero no debemos confundir lo que suceda en el interior de las personas en un momento difícil, con lo que las leyes o la sociedad debe tener como aceptable o rechazable.

        Hay circunstancias que exigen mucha comprensión, y que pueden atenuar la responsabilidad de cualquier error que una persona cometa -ya hemos dicho que todos los ordenamientos jurídicos cuentan con ello-, pero eso no debe confundirse con la norma general.