Diferencia entre un hombre vulgar y otro sobresaliente

Alfonso Aguiló
Libertad y tolerancia en una sociedad plural: el arte de convivir
Alfonso Aguiló

        La diferencia entre un hombre vulgar y otro sobresaliente es a veces, simplemente, que lo que éste conoce con claridad aquél lo conoce de modo oscuro e inexacto.

        Muchas veces, el problema de los hombres inmorales es que su conocimiento de la moral es vago y confuso. No han reparado en que, como decía C. S. Lewis,

        "Si buscas la verdad, podrás encontrar comodidad al final; si buscas solo comodidad, no encontrarás ni verdad ni comodidad".

        Hay elecciones liberadoras, que enriquecen a la persona; en cambio, elegir lo que introduce el desorden en la naturaleza humana cierra el horizonte de los bienes auténticos. Se podrá entonces tener sensación de libertad, pero el ámbito de la existencia se va haciendo cada vez más angosto.

        Por eso hay en torno a la libertad un mal peor que las presiones externas que pueda sufrir: cuando la libertad se desliga de la verdad e inicia con ello un proceso de autodestrucción.

        Por ejemplo, la persona que miente, además de intentar engañar a otros, se hace mentirosa. Igual sucede con cualquier concesión al egoísmo, a la soberbia, o a la pereza: con cada una de esas elecciones libres el hombre se ve un poco más envuelto en una sórdida esclavitud del vicio correspondiente: más egoísta, más soberbio, más perezoso... y mucho menos libre de elegir en contra de sus vicios.

        Optar libremente por la verdad de la persona es la auténtica libertad. Fuera de la verdad, la existencia humana se mueve en el vacío, se convierte en una aventura desorientada. Una libertad que se concibe a sí misma desvinculada de la búsqueda de la verdad se destruye y se vuelve contra el hombre, acaba esclavizándole a sus propios instintos o al poder de las opiniones comunes.

        Debemos, pues, estar atentos y buscar esa íntima conexión entre verdad y libertad.

        El hombre no puede desligarse de los imperativos que hay inscritos en su propia naturaleza, que hacen posible que reconozca y alcance
su propia plenitud.