La opinión como obstinación

Alfonso Aguiló
Carácter y acierto en el vivir:100 relatos y reflexiones sobre la mejora personal

        Alemania, que tras el nazismo instauró un sistema educativo pensado para impedir que pudiera resurgir la intolerancia, se pregunta ahora con perplejidad de dónde han salido esos jóvenes violentos -los skin-heads o cabezas-rapadas- que atacan de forma tan salvaje a los inmigrantes.

        Como señala Rafael Serrano, el fenómeno es complejo y no admite una explicación única. Pero cabe preguntarse si, en medio del gran relativismo ambiental, es posible inculcar eficazmente en las nuevas generaciones las convicciones que sustentan el respeto por la dignidad de la persona.

        Para respetar la libertad de opinión es preciso tener la modestia -mejor sería decir el realismo- de no creerse con el monopolio de la verdad, ni pensar que esta puede imponerse por la fuerza.

        Pero una cosa es reconocer que caben múltiples puntos de vista, y que la verdad a menudo no es inmediata, y otra pensar que no la hay en absoluto y que el acuerdo es imposible. Si no se acepta que hay verdades universales, ¿con qué fundamento opinamos? Si cada uno no sostiene lo que considera que es objetivamente verdadero, lo que diga ¿son juicios o son caprichos?

        El riesgo del clima relativista es que, al instalar las creencias en el reino de la pura subjetividad, y no tener así que responder ante instancias objetivas, tiende a convertir las opiniones en obstinaciones. Entonces, el entendimiento mutuo se torna más difícil, y el fanatismo puede surgir inesperadamente, clamando por sus fueros perdidos.