Descubrir
los motivos de la mentira para poner remedio
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Piensa en cuáles
pueden ser los motivos de insinceridad en cada uno de tus hijos, y
piensa en su posible remedio:
Puede mentir
por temor al castigo, porque le horroriza pensar en lo que sucederá
cuando se sepa la verdad: revisa tus métodos persuasivos,
que, además, probablemente sean poco eficaces.
Quizá mienta por cobardía: enséñale
a pechar con la responsabilidad de sus actos, aunque sea en cosas
pequeñas.
O puede que mienta porque nunca quiere reconocer su error, porque
no es capaz de decir he sido yo: no le consientas excusarse de todo,
justificarse siempre.
A lo mejor miente por jactancia, por presumir. Es de esos chicos
o chicas capaces de llevar a cabo mil hazañas estupendas,
y que cuenta a su amigos y compañeros historias asombrosas
y atrevidas..., que ha soñado: hazle ver lo poco elegante
de ese deseo suyo de convertirse siempre en el centro de la atención
de todos; explícale cómo esa inclinación obsesiva
a quedar bien ha llevado ya a muchos por la calle de la amargura.
Piensa si miente por encubrir mentiras anteriores. Como sabes, la
vergüenza para confesar el primer error hace cometer muchos
otros. Una mentira siempre necesita ser apoyada por otras para mantenerse
en pie: por eso es tan importante facilitar la sinceridad a los
hijos, no hacer un drama de lo que no lo es, y no irritarse tanto
si descubres una mentira.
Pero habrá que ponerse serio para acabar con las mentiras,
¿no?
Si tiene el vicio
de mentir y tú eres excesivamente riguroso, tu hijo tendrá
que apuntalar cada mentira con otras nuevas y será cada vez
peor. Si, por ejemplo, el miedo a tu reacción ante las calificaciones
académicas le asusta mucho, retendrá cuanto pueda el
boletín inventándose cualquier excusa, te mentirá
respecto a las fechas de los exámenes o no te dirá la
verdad sobre lo que hace, con quién va, o adónde.
Es mala señal
que alguien acompañe sus declaraciones con juramentos o promesas:
cuando es habitual recurrir a eso como garantía de lo que
dice, suele ser porque la verdad brilla por su ausencia.
Mira si miente para conseguir ventajas, si es tramposo, si se adorna
con plumas que no son suyas, si se le va la lengua cuando narra
sus aventuras, si maljuzga por envidia o por celos, y haz todo lo
posible por inculcar en él una auténtica repugnancia
por la mentira, el doble juego, la astucia y la falsedad.
Supongo que en esto es también fundamental el ejemplo
de los padres.
Ciertamente resulta
muy doloroso escuchar de un adolescente frases como mi padre es un
hipócrita, o me han tenido engañado, u otras semejantes.
Y a veces se escuchan, y lo peor es que no siempre carecen de fundamento.
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Finalmente
la mentira no funciona |
Porque a veces
lo dicen y tienen razón. Mira si das ejemplo como padre o como
madre de fidelidad plena a la verdad.
La verdad nunca
traiciona, y con ella te ahorrarás muchos cálculos y
equilibrios absurdos. No uses de la astucia o la mentira para lograr
obediencia, para evitarte una molestia, para no quedar mal. Para nada.
Además de ser inmoral, la mentira siempre acaba por traicionar.
No daremos un
solo paso efectivo en la educación si el chico percibe doblez,
falsedad o fingimiento en lo que decimos o en lo que hacemos. Enséñale,
por ejemplo, a:
Saborear la
alegría de saber rectificar, de mejorar su criterio, de decir
cuando sea preciso tienes razón, no había caído
en eso, o perdona, me equivoqué, o cosas semejantes.
Que sepa pedir perdón y aceptar la culpa, o admitir los propios
fallos.
Que comprenda que cuando consigue algo por medio de la mentira,
lo ha pagado demasiado caro.
Que cuando escapa de un mal gracias a una mentira, ha caído
en otro mal peor.
Que cuando ha conseguido así la admiración y el honor
ante los demás, ha perdido el honor ante el tribunal de su
propia conciencia.
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