Persona de carácter
Quien en nombre de la libertad
renuncia a ser el que tiene que ser,
ya se ha matado en vida.
Su existencia consistirá en una perpetua fuga
de la única realidad que podía ser.

José Ortega y Gasset

Alfonso Aguiló
Educar el carácter

 

 

 

Tener carácter y lograr carácter

        ¿Qué pensamos cuando decimos de alguien que es persona de carácter? Entendemos quizá la adaptación firme de su voluntad en una dirección adecuada. O la lealtad personal hacia unos principios nobles, que no ceden a las conveniencias oportunistas del momento. O la perseverancia fiel en obedecer la voz de su conciencia bien formada. O quizá la independencia de su criterio frente al qué dirán de quienes le rodean.

        Se han dado muchas definiciones sobre el carácter. Un modo de obrar siempre consecuente, cuyos móviles son principios firmes. Constancia de la voluntad en el servicio del ideal reconocido como verdadero. Perseverancia interior en plasmar un noble concepto de la vida. Y muchas más.

        — De acuerdo. Ya tenemos suficientes definiciones. Pero ¿qué puede hacer un padre o una madre para que sus hijos sean personas de carácter?

        Primero –y es más importante de lo que parece– tendrás que reflexionar sobre qué principios y qué ideales quieres que tengan tus hijos: de este libro quizá saques algunas ideas.

        A continuación, tendrás que procurar que vayan comprendiendo la importancia que esto tiene para sus vidas, y sobre todo que comprendan que nadie podrá hacerlo en su lugar. Y como en las ideas no cabe la imposición, conviene que lo hables de vez en cuando con tus hijos, que quizá son más razonables de lo que parece.

        Y te sugiero otra cosa: cuando hables de esto con ellos, pon esfuerzo en hablarles normal.

        — ¿Qué quieres decir?

        A los chicos les gusta que se dirijan a ellos de modo natural, con voz suave y normal. Porque, no se sabe por qué razón, a muchos adultos les encanta hablarles de estos temas con aire paternalista, cuando no en tono subido y autoritario. Pero como los niños no suelen ser tontos ni sordos, agradecen mucho que se les hable de modo normal, como a los mayores.

        Después, tendrás que determinar de qué modo vais a procurar acostumbraros a obrar según esos principios.

        Porque lo más difícil no es formular rectos principios, que esto se consigue con relativa facilidad, sino persistir en ellos a pesar de las cambiantes circunstancias de la vida.

El proceso

        — Eso es lo que yo digo. Porque buenos proyectos tenemos todos los padres, sobre todo los que leemos estos libros. Pero luego tenemos que llevarlos a la práctica, que ya es difícil, y luego conseguir que los hijos los lleven también a la práctica, que es más difícil todavía.

        No es tan difícil. Empieza por cosas pequeñas. Siembra un pensamiento –dice Toth– y segarás un deseo, siembra un deseo y recogerás una acción, siembra una acción y cosecharás una costumbre, siembra una costumbre y segarás el carácter.

        De pequeños pensamientos y acciones va tejiéndose la suerte de la vida.

        Podríamos decir que el éxito está en descubrir esa natural sucesión educativa:

" Motivación en los valores.
" Actos favorables.
" Arraigar virtudes.
" Consolidar el carácter.