Sólo un poquito más
Alfonso Aguiló
Carácter y acierto en el vivir:100 relatos y reflexiones sobre la mejora personal

 

Uno se da cuenta

        Muchas personas, por ejemplo, sucumben con facilidad al deseo de descansar sólo un poquito más. Les cuesta una enormidad levantarse de la cama o de su sillón, dejar de ver la televisión para ponerse a estudiar, comenzar una conversación o terminarla, o lo que sea: todo les resulta costoso, sufren una barbaridad ante cualquier detalle que exija un vencimiento, aunque sea pequeño.

        Se podrían poner otros muchos ejemplos, como el del tímido que va dejando pasar ocasiones de hablar, pese a darse cuenta de que debería hacerlo; o el que mantiene actitudes individualistas o insolidarias pese a advertir que sus pequeñas ventajas egoístas le amargan y le aíslan de los demás; etc.

        Es preciso hablarse a uno mismo con sinceridad. Si es frecuente que ante esos pequeños vencimientos personales se desate en nuestro interior una larga y tormentosa batalla, quizá la autocompasión ocupa demasiado espacio en nuestra vida, y somos poco dueños de nosotros mismos.

        —No lo dudo, pero cambiar eso se suele ver como algo bastante ingrato e inasequible.

        Depende de cómo se enfoque. Si se consideran las cosas con perspectiva, superar esa debilidad no será algo ingrato, sino una gozosa liberación. Es deshacerse de un yugo que nos esclaviza, acceder a una existencia mucho más apacible, serena y satisfactoria. Será, en definitiva, como un gran descubrimiento en el que se comprueba, con asombro, que las viejas satisfacciones de la pereza no son más que seducciones que casi nada satisfacen.

En realidad no compensa

Y que, por el contrario,
la verdadera satisfacción
es inseparable de
ser personas diligentes.

        Ante cualquier punto de mejora personal, es preciso adoptar una actitud positiva. Si una persona logra formarse una idea atractiva de las virtudes que desea adquirir, y procura tener bien presentes esas ideas, es mucho más fácil que llegue a poseer esas virtudes. Logrará, además, que ese camino sea menos penoso y más satisfactorio. Por el contrario, si piensa constantemente en el atractivo de los vicios que desea evitar (un atractivo pobre y rastrero, pero que siempre existe, y cuya fuerza no debe menospreciarse), lo más probable es que el innegable encanto que siempre tienen esos errores le haga más difícil despegarse de ellos.

Una amarga experiencia

        Por eso, profundizar en el atractivo del bien, representarlo en nuestro interior como algo atractivo, alegre y motivador, es más importante de lo que parece. Muchas veces, los procesos de mejora se malogran simplemente porque la imagen de lo que uno se ha propuesto llegar no es lo bastante sugestiva o deseable.

        Quizá podemos, por ejemplo, contemplar la vida de quien ha logrado el temple necesario para levantarse de la cama sin dramas cada mañana; y, por contraste, la vida de aquel otro a quien espera una terrible lucha contra las sábanas cada mañana, día tras día, semana tras semana, año tras año, hasta el final de su vida: realmente, el sumatorio de sufrimientos matutinos que le esperan es un panorama de futuro nada envidiable.

La espiral de la autocompasión
conduce a un
auténtico agujero negro
de amargas seducciones.