![]() ![]() |
|
|
Francisco Fernández Ochoa, Paquito, ha fallecido a los 56 años de edad tras un año de lucha contra el cáncer linfático. Es el único español que fue campeón olímpico de esquí (Sapporo, 1972) y el iniciador de la saga de deportistas de los Fernández Ochoa. Nacido en Cercedilla (Madrid) y criado en el Puerto de Navacerrada, recordaba el pasado 28 de octubre a su tío Manolo, que le quitó el miedo animándole a tirarse por las cuestas más empinadas. Llegó a contar con 37 títulos nacionales en distintas disciplinas, una cifra al alcance de los más privilegiados. Defendió en cinco ocasiones los colores de España en los Juegos de Invierno (Innsbruck 1964, Grenoble 1968, Sapporo 1972, Innsbruck 1976 y Lake Placid 1980). Le heredó deportivamente su hermana pequeña, Blanca Fernández Ochoa , que logró el bronce en el eslalon de los Juegos de Albertville (Canadá) en 1992. Fue un gran apasionado del golf, seguidor del Real Madrid y salía a menudo en televisión, hace poco en el reality La Granja.
El pasado año le diagnosticaron cáncer linfático; se sometió a varias intervenciones quirúrgicas, una de ellas de doce horas de duración, tratamientos de quimioterapia y radioterapia. Durante su año de enfermedad mostró entereza y amor a la vida. Reproducimos una de sus últimas entrevistas, concedida a José M. Castillo y publicada en Marca el 26 de octubre:
¿Qué supone para usted este homenaje que le van a rendir? Por un lado, es el típico como esquiador y hombre salido de Cercedilla, como los 29 campeones de España de este deporte que ha dado este pueblo. Como símbolo me han cogido a mí porque soy el que más proyección nacional e internacional he tenido y también por unas circunstancias no tan agradables como son sufrir un cáncer de los ganglios linfáticos. Yo no lo he buscado. Es la respuesta de un pueblo a sus campeones. ¿Tiene la sensación de que en España se ha desperdiciado el talento de gente como usted para buscar una continuidad? Existe talento, eso está claro, pero lo que no hay es el señor al que servir. Me explico. Se puede ser un buen vasallo, pero si el que manda no es bueno, de nada vale. Si no hay quien sepa mandar, es difícil que salgan cosas. ¿Usted podría haber sido uno de esos señores? Mi mejor premio es haber cumplido. Por mí, por mi pueblo, por mi familia, mi Dios, mi Patria. También ha habido buenos señores, pero yo no sirvo. Me considero un buen vasallo. ¿Recuerda muy a menudo el día en que ganó la medalla de oro? Muchas veces. Qué día no hay que no me ría y qué día no pienso que lo que me ha pasado, lo que soy, es porque hice esto. Vivimos rodeados de ilusiones y por la ilusión he vivido. ¿Hay alguna de esas ilusiones que le quede por cumplir? Muchas. Sobre todo ser un buen abuelo, porque no sé si para ser mejor padre llego ya. Puedo estar orgulloso de mis tres hijos, pero podía haber dado aún más, el mil por mil. ¿Se arrepiente de muchas cosas? Quizá de no haber dado a mis padres todo lo que podía. La familia se queda en un segundo plano cuando te conviertes en un ídolo, en ejemplo de masas. Por eso creo que quizá con mi nieto puedo ser mejor abuelo que padre. Y también mejor esposo. Cuando cuentas los días dices: qué corto se me ha hecho esto. ¿Se valora en nuestro país a los campeones olímpicos? Se valora. En mi tiempo, mucho. Era el momento. En el sentido popular, seguro que se valora. Ahora, a pesar de haber pasado 35 años de mi oro, parece que soy más valorado de lo normal, pero no es así. Todo lo que he hecho ha sido por mí mismo. Nadie me ha preguntado por ser campeón olímpico si quería esto o lo otro. No me han regalado nada. ¿Alguna vez se sintió utilizado? He sido muy rebelde, muy de Cercedilla (ríe). Sí me han utilizado alguna vez, pero porque a mí me ha parecido bien. ¿Alguna vez se ha planteado si le habría ido mejor si no hubiera sido tan rebelde? Si no hubiera sido rebelde no habría sido yo. Sería Paquito el de Cercedilla. ¿Le molesta que a sus 56 años aún le llamen Paquito? A mí no me molesta. La gente de pueblo no se siente menospreciada por la forma de decir las cosas. Si me llaman Paquito es por ser querido. Eso se nota. Yo me siento muy querido. ¿Recuerda la última vez que esquió? El 8 de agosto de 2005, en Chile. Lo echo de menos, pero hay cosas más importantes que el esquí. ¿Como cuales? Poder hacerlo. Poder elegir si quieres hacer una cosa o no. ¿Cambiaría su oro olímpico por algo? Cambiaría mi oro por quitar cualquier porquería de esta gentuza (señala con la cabeza al televisor, donde dan noticias políticas) que hay por el país. Pero eso no se puede hacer. Mi oro siempre se puede quitar y poner, pero una vez que lo has ganado no lo puedes menospreciar. Antes le daba menos importancia, pero ahora le doy más. Hice feliz a mucha gente y sólo por eso creo que lo hice bien. ¿Y le hizo feliz a usted? Sí, me hizo muy feliz. Siempre. ¿Le gustaría ver a algún otro Fernández Ochoa continuando la saga en el esquí? Es difícil, porque mis tres hijos ya no son esquiadores y tengo que agradecérselo porque así no me tengo que pelear con alguna gente. Pero no me importaría que alguno de mis sobrinos o de mis nietos lo hicieran. ¿Les daría algún consejo? Sí, que disfruten como he disfrutado yo. Y cuando no disfruten, que se paren. ¿Siempre ha hecho lo que ha querido? He hecho lo que he entendido que tenía que hacer. Otra cosa es que haya acertado. Me he salido con la mía. Porque me toque este retroceso en mi salud no me puedo sentir desafortunado. Podría ser peor. Cuando le diagnosticaron el cáncer, ¿cómo lo encajó? Ya la palabra es cruel y te da una sensación de tragedia. Es difícil de llevar, de curar y de mantener, pero piensas que no hay otra, que tienes que seguir peleándote y prefiero seguir hasta el final como un bravo que caer como un manso. ¿Le diría algo a los enfermos de cáncer? Que hay que afrontar el cáncer con decisión y valentía. Si no, pierdes. Por mal que venga, hay que estar satisfecho de haber llegado hasta donde has llegado y por mal que estés, dar guerra. Y disfrutar al máximo. Se puede ser feliz con artrosis, con ceguera y también con cáncer. Vivir es un privilegio del que no tenemos derecho a renegar. Hay que prohibir la idea de dejarse llevar por la corriente. Al cáncer se le puede dar guerra. Y disfrutar de tu hijo, tu mujer, tu pareja, el amigo... Siempre hay un pretexto para disfrutar en un día, que es muy corto, y también es corto un año, y 100 años. | |||||||
Recibir NOVEDADES FLUVIUM |