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Su entrañable secreto |
Alguien de mi familia conoció un día a Ramón Vázquez, un vendedor ambulante de patatas fritas, que siempre tiene gente en su puesto, no sólo para comprar, sino para contarle algo de su vida, pedirle un consejo, Ramón Vázquez solo estudió hasta 4º de primaria, y de psicología no sabe nada. En su pueblo natal y en los alrededores, es famoso el puesto de papas del que siempre sales feliz. Yo también fui al puesto de Papas Vázquez para conocer a este buen hombre. Hablando con él, le pregunté por qué venía tanta gente a verle, y con una sonrisa me dijo: La gente sólo necesita ser escuchada. Es cierto, le dije pero ¿Cómo aprendió usted? Miró hacia atrás, y señalando con cariño a una mujer canosa que estaba pelando patatas, me dijo: Ella me enseñó hace muchos años. Es mi esposa, la adoro y es sordomuda. Ramón aprendió a escuchar a los demás gracias al amor a una mujer que no podía hablar. Descubrió que un ser humano, todo él, es un mensaje vivo. Decir ser humano es sinónimo de ser que comunica y que expresa. Todo en él lo muestra como alguien para otro porque para que se dé comunicación real es necesaria la presencia de un emisor y de un receptor. En el hombre y en la mujer, todo en ellos es expresión de ellos mismos. Su mismo cuerpo, sus ojos, sus gestos, sus movimientos los expresan como a seres inteligentes, libres, a veces angustiados, llenos de sueños y proyectos, creativos, en ocasiones crueles, y a menudo inseguros. | |||||
Es muy difícil escuchar |
¿Qué sucede cuando un mensaje no es escuchado? En nuestro mundo hay mucho ruido, muchas palabras, poco silencio y menos escucha. Nunca como ahora los medios de comunicación han sido tan efectivos y variados, y paradójicamente, nunca como ahora el ser humano, en la sociedad occidental al menos, ha experimentado tantos problemas de soledad y aislamiento. Falta escucha real. Los índices de violencia siguen creciendo de forma alarmante: violencia contra la mujer, contra el hombre, contra los niños. Se calcula que ya llega a 800.000 el número de niños en el mundo obligados a ser soldados, y entrenados para matar. El ciudadano de a pie, que sólo participa en política cuando llegan las elecciones, y constantemente es bombardeado a través de la prensa y la TV con noticias de muerte y violencia de unos contra otros, se suele sentir impotente ante esta situación. Quisiera hacer algo, pero ¿qué? | |||||
Dialogar al principio |
La violencia es como el agua que baja por una montaña. Inicia siendo un pequeño arroyuelo, pero a medida que encuentra pendientes, va tomando más vuelo, hasta convertirse en un río, cuya fuerza de arrastre es inmensa. El torrente es más fácil de detener cuando se pone un pequeño dique, en el momento del nacimiento. Lo mismo sucede con la violencia. ¡Cuántos conflictos que acabaron en sangre se habrían evitado si hubiera habido un esfuerzo real por entablar un primer diálogo! Y para que haya diálogo, hay que iniciar por educar al ser humano, en una actitud más simple aún: hay que aprender a escuchar. Este puede ser un pequeño dique que evite cascadas de dolor. Esto sí lo puede hacer cualquier ciudadano de a pie, ¿no? Cuando uno es escuchado, de verdad, se serena. Así como dicen que la música amansa a las fieras, la escucha apacigua el corazón humano, principio de todo brote de violencia. A escuchar, hay que aprender. | |||||
En la práctica |
¿Cómo aprender a escuchar a los otros? Primero es quererlo, pero dando por supuesto este deseo, se pueden dar algunos consejos sencillos:
¿Por qué no empezamos a escuchar, hoy y ahora, a quienes comparten ya mi camino en la vida? Quizás mi marido, hombre de pocas palabras, o mi mujer que no deja de hablar, o a mi hijo adolescente que parece que odia al mundo entero Un poco de escucha hoy, puede invitar al otro a hacer también él, una opción por la escucha. Cuando se escucha al otro se da el primer paso para amarle; y cuando se ama a alguien ¡Que a gusto se le escucha! | |||||
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