La confesión de Ramona Maneiro: ¿un nuevo impulso para legalizar la eutanasia?
Miguel Ruiz-Canela
12 de enero de 2005 La Razón (Madrid)
Posible coacción social

        La confesión de Ramona Maneiro, ampliamente difundida en los medios de comunicación, alimenta el debate sobre la legalización de la eutanasia. No resulta casual la utilización mediática de este asunto. Es muy probable que, de nuevo, éste se plantee intencionadamente como una lucha de los que defienden la libertad de disponer de la propia vida. Me parece importante no simplificar el tema ni manipular el sufrimiento de los enfermos. Hay razones que pueden ser compartidas ampliamente para rechazar la eutanasia.

        En ocasiones es difícil hacerse cargo del sufrimiento de muchos enfermos; pero precisamente por ello hay que escuchar especialmente a los profesionales que los tratan diariamente. Si se legalizase la eutanasia, la Sociedad Española de Cuidados Paliativos ya ha señalado que "los pacientes más débiles o en peores circunstancias serían los más presionados a solicitar la eutanasia. Paradójicamente, una ley que se habría defendido para promover la autonomía de las personas se convertiría en una sutil pero eficaz arma de coacción social".

Un caro precio         Con esta afirmación coincide el Consejo Nacional de Ética de Dinamarca, un país que no se distingue por su inspiración religiosa. Además, no se trata de meras especulaciones: los más de 1.000 casos anuales de eutanasia involuntaria en Holanda no son daños colaterales, y no tanto por el número; no se puede exigir un derecho cuando su precio supone un riesgo elevado de arrebatar la vida de personas indefensas.

        La eutanasia parece una solución para el sufrimiento de los enfermos. Sin embargo, esta opción, aparentemente progresista, tiene como trasfondo un brutal individualismo social y un eficaz fin utilitarista. Frente a esto, es necesaria una clara defensa del más débil mediante la adopción de medidas que permitan una mejor atención de los enfermos terminales y sus familiares. Es socialmente obligado trabajar en esta dirección como alternativa a la eutanasia aunque esto exija una mayor dosis de solidaridad que sólo se conseguirá mediante un esfuerzo ético por parte de todos.