¿Por qué tantas muertes en la carretera?

(jarnal@rtvv.es) Javier Arnal www.PiensaunPoco.com

Más muerte en la carretera         La vida cotidiana arroja más luces de lo que nos parece para los problemas que parecen desbordarnos. Sucedió hace unos días, cuando un amigo despedía a otro que iba a viajar en coche: “Ten cuidado con el tráfico: bueno..., que los demás conductores lo tengan contigo”. Conocía bien a ese conductor: lo hace con serenidad, sin haber bebido en exceso, tiene buena salud, trabaja mucho pero sin agobios desproporcionados, y llevaba a su familia en el coche.

        Se viene insistiendo en el aumento de accidentes de tráfico, también con el resultado de más muertes. Hace unos años, los accidentes se leían en la prensa o se narraban en coloquios vecinales. Al aumentar el morbo entre los telespectadores y el número de televisiones, los accidentes de tráfico ocupan buena parte de los informativos. A la vez, y justo es reconocerlo, se presentan intencionadamente imágenes duras, para que impacten en los telespectadores, pero sin crueldad: garantizan la audiencia y pueden alertar eficazmente a los conductores.

Varias causas conocidas

        ¿Por qué aumentan los accidentes? Las carreteras han mejorado, hay más autovías y autopistas, y los coches son de mejor calidad, lo cual parece que tendría que producir una disminución de accidentes. El aumento podría atribuirse a la multiplicación del parque móvil que hay en ciudades y carreteras: hecho en falta estadísticas entre número de vehículos y accidentes, porque probablemente ahí está una de las principales causas.

        Pero atribuir todo al incremento de coches no puede tranquilizarnos. Se aportan algunas causas nada desdeñables: coches en mal estado que adquieren inmigrantes –probablemente dentro del círculo de algunas mafias–, el aumento de la velocidad en la circulación por la mejora técnica de los vehículos, la irresponsabilidad de algunos jóvenes que parecen “dominar” su entorno simplemente por coger un volante (y no digamos si va con su novio o novia), las juergas de fin de semana con sus ingredientes de droga y alcohol, las horas peligrosas para el cuerpo humano por la somnolencia, y así un largo etcétera.

El móvil gana puntos         Hay una hipótesis que va tomando cuerpo: el uso del teléfono móvil. Ha sucedido en no pocos accidentes: la agresividad del móvil, promovida o padecida por el conductor. Las ventajas del móvil son evidentes para muchas tareas, pero también hay que usar el sentido común. Va abundando el número de personas que usan el móvil más que la agenda, que trabajan o se divierten al ritmo de los “prontos”: es nuestra sociedad de la prisa, de la aceleración.

        El móvil forma parte para algunos de lo que podríamos denominar “adicción al trabajo”, como escribía recientemente un economista. “ Vivimos en una sociedad –decía– que, a menudo, parece valorar en exceso el trabajo como una adicción no sólo perdonada, sino elogiada; la sociedad competitiva conduce a la fiebre de tener, y consumir más, aunque sea a costa de más horas de trabajo y mayor endeudamiento. De ahí se deriva una sociedad desequilibrada”. El sosiego, el equilibrio personal, disminuiría claramente los accidentes.