Vivir sin fe

Alfonso Aguiló
Libertad y tolerancia en una sociedad plural: el arte de convivir
Alfonso Aguiló

        —Parece bastante más fácil no creer que creer.

        Puede parecer más sencillo, o más cómodo, en el sentido de que quien no cree no se liga a nada. En ese sentido es fácil. Pero vivir sin fe no es tan fácil. La vida sin fe es complicada generalmente, porque el hombre no puede vivir sin puntos de referencia. No tenemos más que recordar la filosofía de Sartre, Camus, o de otros muchos, para comprobarlo enseguida. La carga que conlleva la falta de fe es mucho más pesada.

        Tener fe es, en cierta manera, una opción. Elegir entre dos modos de ver la vida. Ambos modos -vivir con fe o sin ella- se presentan como dos posibilidades coherentes. Sin embargo, pienso que la razón y la observación de la naturaleza y del hombre llevan indefectiblemente hacia la fe. De todas formas, al final hay siempre una decisión de la voluntad. Una decisión perfectamente compatible con que después uno pueda sentir a veces el atractivo de la otra opción. Pero la vida con fe es más esperanzada, más optimista, más alegre.