¿Quién decide quiénes sobran?

Alfonso Aguiló
Libertad y tolerancia en una sociedad plural: el arte de convivir
Alfonso Aguiló

        —Pero supongo que habrá siempre una limitación que viene dada por el número de habitantes que físicamente puede mantener un área determinada.

        Ese número de habitantes no depende solo de los kilómetros cuadrados, sino sobre todo de la organización económica y social. Hay 127 millones de personas apiñadas en las pequeñas islas del Japón. Sin embargo, gracias a la buena organización y a su excelente productividad, los japoneses figuran entre los países más ricos del mundo.

        —Bien, pero parece que ahora ya están bastante llenas esas islas.

        Eso es lo que nos parece a nosotros. Si se hubiera preguntado a los indios algonquinos que poblaban Manhattan en el siglo XVII cuánta gente pensaban que podría albergar la isla, seguramente habrían respondido también que ya estaba bastante llena. Sin embargo, ahora está llena de rascacielos y tampoco debe estar tan mal allí la gente, al menos a juzgar por lo que cuesta comprarse un piso en Nueva York.

        La respuesta que daba Chesterton a quien le hablaba de exceso de población, era una sencilla pregunta: si él mismo era parte de ese exceso de población; y, si no lo era, cómo sabía que no lo era.