Cuando
la Iglesia católica dice que hay que ser generoso, preocuparse
de los demás, o acordarse de los pobres, la mayoría
de la gente lo escucha con aire distraído. Pocos se sienten
interpelados.
Sin
embargo, sorprendentemente, cuando la Iglesia habla sobre la castidad,
muchos se rasgan las vestiduras y dicen que es una especie de
represión absurda e intolerable, un resto de antiguos puritanismos
y anacronismos ridículos.
¿Y
por qué crees que hay una reacción tan diferente
ante unos temas y otros?
No
lo sé. La Iglesia se limita a hablar, no les está
forzando a nada. Pero se ve que ante este tema experimentan una
profunda inquietud. Quizá haya algo de mala conciencia,
si reaccionan de modo tan crispado y vehemente.