Jorge Fernández Díaz: ''Reencontrar a Dios ha dado sentido a mi vida''


Entrevista, EL PERIÓDICO DE CATALUNYA el 7 de diciembre de 2002

El mejor del mundo por su trabajo

La conversión: "Me he encontrado conmigo mismo en la medida que me he encontrado con Dios"

La fe: "La fe me ha mejorado en mi interior. Hasta he llegado a encontrar sentido al dolor"

El Opus Dei: "La espiritualidad de la Obra me resulta muy afín y me identifico mucho con ella"
        

        Jorge Fernández Díaz es actualmente el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, así como diputado del Partido Popular (PP) por Barcelona y un estrecho colaborador del vicepresidente del Gobierno Mariano Rajoy. Poco antes de participar en Barcelona en la Convención de Cristianos por Europa, el responsable político, de 52 años, casado y con dos hijos, reconoce públicamente sus sentimientos religiosos.

        —¿Pertenece usted al Opus Dei?

        —La espiritualidad del Opus, que significa cumplir como católico con coherencia sin alejarse del mundo y considerar que el trabajo es una manera de santificarse, la encuentro muy actual y sintoniza muy bien con mi pensamiento. Es un camino muy válido para un católico de hoy. Tengo simpatía y afinidad con la Obra.

        —O sea, que sí.

        —Sólo quiero decir que la espiritualidad de la Obra me es muy afín y me identifico mucho con ella.

        —¿Siempre ha tenido este sentimiento religioso tan profundo?

        —En mi vida hay un antes y un después. El antes lo viví muy alejado de la fe y de la práctica religiosa; y hubo un momento en que me encontré conmigo mismo, en la medida que encontrarse con Dios es encontrarte contigo.

        —Cuéntemelo.

        —He vivido un proceso particular de conversión. Paulatino. Empezó hace unos años. Pasé de ser un católico que no se acordaba de Dios a reencontrarme con él.

        —¿El reencuentro le ha mejorado?

        —Interiormente sí. Me siento mucho mejor. La fe ha dado un nuevo sentido a mi vida. Hasta he llegado a encontrar sentido al dolor.

        —¿Por qué rodea tanto misterio al Opus?

        —Eso forma parte de prejuicios y estereotipos del pasado y de personas que tienen una mente estrecha. Hay mucho desconocimiento.

        —¿Qué influencia tiene el Opus en el Gobierno español?

        —No creo que influya en ningún sitio, porque la Obra no actúa como institución. Desde el Gobierno afirmo que esa influencia no existe.

        —Como catalán y miembro de la Iglesia y del Gobierno, ¿está más cerca de los obispos catalanes o de la Conferencia Episcopal con respecto a la pastoral sobre terrorismo y nacionalismo?

        —Rechazo la contraposición entre obispos catalanes y Conferencia.

        —Pues la pastoral no obtuvo un apoyo unánime.

        —La Conferencia ha elaborado una instrucción pastoral que tiene un valor moral indiscutible porque hace un juicio moral rotundo contra el terrorismo y sus causas y contra el nacionalismo idolátrico y totalitario.

        —Que ha molestado a algunos nacionalistas.

        —Nadie que sea nacionalista democrático puede sentirse perturbado por ese texto, en mi opinión. Cualquier demócrata, con independencia incluso de que sea o no creyente, puede compartirlo ampliamente.

        —¿Ser nacionalista es pecado?

        —Evidentemente no. Puede serlo ser nacionalista totalitario o idolátrico.

        —Usted organiza cenas de políticos con el cardenal Rouco Varela.

        —Esos encuentros nacieron a partir del año jubilar de 2000, cuando un nutrido y plural grupo de unos 90 políticos españoles acudimos a Roma para celebrar un encuentro ecuménico con el Papa. De aquel jubileo surgió la idea de mantener ese espíritu con cenas periódicas.

        —¿Es un éxito suyo la última reunión entre Rouco y Aznar?

        —No, por favor. No tengo nada que ver con eso. Es normal que los presidentes de la Conferencia Episcopal y del Gobierno se vean para organizar la visita del Papa a España.

        —¿Está la Iglesia donde quería el Gobierno?

        —Yo no represento a la Iglesia.

        —Pero al Gobierno sí.

        —Vivimos en un régimen constitucional que define a España como un Estado aconfesional, neutral religiosamente, que garantiza que todos los ciudadanos puedan profesar su creencia religiosa o su increencia. Se ha practicado un juego maniqueo que consiste en decir que estamos en un Estado laico, que ha expulsado de la esfera pública a lo católico. Eso no es lo que dice la Constitución.

        —¿Ah, no?

        —No. Define el Estado como neutral religiosamente, no laico. La laicidad es buena, pero el laicismo es una religión intolerante que impide exteriorizar las creencias.