Cuestión de sensibilidad

Alfonso Aguiló
Libertad y tolerancia en una sociedad plural: el arte de convivir
Alfonso Aguiló

        —Pero de alguna manera deberíamos percibir que la transgresión de esa ley nos perjudica, ¿no?

        Si en un coro hay uno que da una nota falsa, una persona que apenas entendiera de música, o que tuviera mal oído, no notaría nada. Pero si el que escucha es alguien que sabe, se dará cuenta enseguida de que hay uno que está desafinando.

        Algo parecido nos sucede cuando, por las razones que sean, nos falta sensibilidad moral: no notamos hasta qué punto nos perjudica una transgresión de la ley natural (con la diferencia de que ese error tiene mayor influencia en nosotros que un fallo musical).

        Cuando alguien quebranta las leyes físicas (la ley de la gravedad, por ejemplo), pronto comprueba que el verdadero quebrantado es él mismo. Con la ley moral sucede algo parecido, aunque a veces tarde en descubrirse. Cuando el hombre transgrede las exigencias morales naturales se degrada, se aleja de su pleno desarrollo personal. Por eso, si nos esforzáramos más por conocer las verdaderas consecuencias de nuestros actos, cambiaría quizá bastante nuestra forma de actuar.