La abolición de la esclavitud

Alfonso Aguiló
Libertad y tolerancia en una sociedad plural: el arte de convivir
Alfonso Aguiló

        —Pero así como la defensa de los indígenas americanos tuvo desde el principio sus principales valedores en el cristianismo, no puede decirse lo mismo de la esclavitud.

        Es un asunto más complejo, y habría que analizar su evolución a lo largo de la historia. En el mundo antiguo se consolidó la idea aristotélica de que algunos hombres habían nacido para ser esclavos. Esto, unido a la piedad con los prisioneros de guerra, para los que ser esclavo era mejor que la muerte, hizo que el fenómeno de la esclavitud estuviera presente en todas las civilizaciones de la antigüedad. Entre las sociedades esclavistas estaban la griega y la romana. El derecho romano, por ejemplo, consideraba al esclavo una cosa -res-, sin ningún derecho, a disposición total de su amo.

        Con la llegada del cristianismo se proclama la igualdad absoluta de todos los hombres ante Dios. Sin embargo, tardará siglos en llegarse a la abolición de la esclavitud, pero ya estaba puesto el punto de partida. La Iglesia desde el principio consideró a los esclavos como personas, los admitió a los sacramentos, se preocupó de su instrucción e impulsó a los amos a tratarlos con la mayor consideración. Pese a eso, el fenómeno de la esclavitud vino a ser en todo el mundo una de las más grandes lacras sociales y una ofuscación que pervivió durante siglos y ensombreció verdades que estaban contenidas en el mensaje cristiano.

        La lucha contra la esclavitud surgió poco a poco en el seno del cristianismo, y solo bastante después recibió el respaldo de otras culturas y otros modos de pensar.

        —¿No fue entonces algo que impulsó más bien la Ilustración?

        Coincidió en el tiempo con la Ilustración, pero no siempre en las ideas. Si examinamos las páginas de la Enciclopedia -el máximo exponente de la Ilustración-, puede verse que los ilustrados no solo no eran contrarios a la esclavitud, sino que veían como natural considerar que unas razas eran superiores y otras inferiores, y que las superiores dominaran a las inferiores por su bien, pues -afirmaba la Enciclopedia- "los negros se encontrarán mejor bajo el dominio de un amo blanco en América que en libertad en África".

        No resulta difícil imaginar lo que hubiera sido de esos hombres si, frente a la visión de los conquistadores, frente al pensamiento ilustrado y frente a las concepciones islámica y pagana de la esclavitud, no se hubiera alzado una recuperación del concepto cristiano acerca de la dignidad de todo hombre.

        —¿Y cómo fue el proceso de la abolición?

        El inicio de la trata de esclavos a gran escala comenzó en el siglo XV en diferentes puntos de la costa africana. Durante más de un siglo, Portugal casi monopolizó ese tráfico gracias a la colaboración de los comerciantes árabes del norte de África, que ya enviaban esclavos de África central a los mercados de Arabia, Irán y la India. El descubrimiento de América llevó a otras naciones a sumarse a esa práctica tan denigrante. Ni siquiera la Revolución americana de 1776 cambió la situación, y la Constitución norteamericana admitió también la esclavitud.

        La idea de abolir la esclavitud surgió en el seno del cristianismo, a medida que se fue tomando mayor conciencia de que se oponía a los principios del Evangelio. No fue una tarea fácil, ya que chocaba con evidentes e importantes intereses económicos, pero finalmente, y gracias sobre todo al empeño de William Wilberforce, Inglaterra prohibió en 1807 el comercio de esclavos, y en 1833 declaró la abolición de la esclavitud en la totalidad de los territorios británicos. El único país que se adelantó fue Dinamarca, en 1792, y lo hizo también apelando directamente a valores cristianos. A lo largo del siglo XIX la esclavitud fue abolida sucesivamente en el resto de los países de tradición cristiana.

        Hoy día, a pesar de las normas antiesclavistas de la legislación internacional, la esclavitud sigue siendo una triste realidad fuera de Occidente y afecta a no menos de cien millones de personas. En algunos países islámicos y budistas cuenta incluso con una cobertura legal. De no haber sido por la influencia del cristianismo, tal vez tendríamos ese mismo panorama en las sociedades occidentales.