Esteve acude sonriente en silla de ruedas a su encuentro con los medios
Esteve gana el Dakar de su vida
No se aventura a poner una fecha, aunque a buen seguro que, tarde o temprano, se le verá de nuevo en el Dakar. Lo dice con la boca pequeña, para no presionarse, pero le tira tanto la prueba africana que regresará algún día a ella. No sabe si será al volante de un coche, como sucede en otros casos similares, pero llegará vencedor al Lago Rosa. Es un campeón.
ENRIQUE YUNTA
8-6-2007 ABC
EFE
Sin Excusas
Kyle Maynard

 

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Sólo una nueva etapa

        Es Isidre Esteve (35 años), un tipo encomiable que ayer dio un ejemplo impagable de entereza. Apenas dos meses y medio después de sufrir un brutal accidente que segó por completo su carrera –fractura-estallido de las vértebras T7 y T8–, se dejó ver en lo que, a partir de ahora, será su nueva vida. "Lo único que cambia es que me veréis más bajito", bromeaba en su intento para desdramatizar. Le costó aguantar las lágrimas y, con una voz rota que ponía la piel de gallina, explicó el contraste tan fuerte de sensaciones que le acompañan desde aquel fatídico 22 de marzo. "Hoy es un día importante. Estoy emocionado y nervioso, como si estuviese en la salida de mi primera carrera. Estoy con la mejor cara posible y soy feliz", avanzó en su emotivo y encandilador discurso.

        No era la mejor de sus caras, pues es un hombre siempre alegre y que ofrece sonrisas sin cobrar, pero asombró por su aplomo. No se le esperaba una pose tan madura y firme después de presentarse en sociedad en su nuevo hábitat –empujando una silla de ruedas–, y menos que tuviese tantas ganas de vivir. "Quien me conoce sabe que no era un piloto con talento innato, pero llegué ahí donde me había marcado. Ahora, llegaré arriba con mi lesión. Tengo brazos y cabeza, soy un afortunado", sentenció para enmudecer al personal.

        Admite, como es obvio, que ha tenido momentos de bajón, pero las innumerables muestras de apoyo, cartas de desconocidos y mensajes de móvil le han impulsado a seguir adelante. Dice que ahora disfruta mucho más de cosas que antes ni apreciaba, se ilusiona con poder tomar un helado en la playa y se alivia al pensar que puede ir a comer a un restaurante como cualquier otro mortal. Porque no ha muerto, sólo ha perdido la movilidad de las extremidades inferiores: "Es un cambio, sí, pero no radical. Creo que la vida es un regalo y con mi lesión puedo hacer mil cosas. No quiero que penséis "pobre Isidre". Empieza una etapa nueva y tengo mucha ilusión. Puedo hacer todo lo que me proponga".

        Lo primero que se plantea es ayudar a la fundación "Wings por Life", entidad sin ánimo de lucro que financia diversas actividades de investigación y destina todos sus ingresos a la búsqueda de un tratamiento efectivo para las lesiones medulares. Luego llegará un maratón y algún día, seguro, su retorno al Dakar.