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Renunciar para favorecer |
Un hombre del campo, fue a ver al abad Macario, uno de "los padres del desierto" (s.IV-V) a quien veneraba. Al llegar a la cueva de Macario, el labrador le dice: "Padre, os traigo un precioso racimo de uvas para vuestro refrigerio". El abad agradeció el presente y bendijo al hombre. Después, al quedarse solo, se dijo: "¿No lo necesita acaso más que yo el venerable ermitaño que vive a mi lado?" Macario cogió el gran racimo de uvas y se lo llevó. El ermitaño lo toma con gratitud y con gran alegría, pero después piensa: "¡Qué bien sentaría este racimo al hermano Nazario, que está enfermo!". Y de inmediato se lo llevó. Pero Nazario ni siquiera lo cogió. Dijo: "¿Cómo puedo yo comer esto? A mi Salvador le dieron hiel en la cruz..." . De esta manera el racimo pasa de una cueva a la otra, hasta la puesta del sol, cuando uno de los ermitaños llega para ofrecerlo a su vez, al abad Macario, quien al volver a ver el espléndido racimo de uvas... se echó a llorar de alegría. Se regocijaba y daba gracias a Dios, por tener unos compañeros... tan capaces de renunciar a cualquier bien para favorecer a un hermano. Es la virtud. Aquellos hombres del desierto sabían abstenerse... para superarse; sabían agradar a Dios favoreciendo al prójimo. El filósofo y ensayista Ortega y Gasset decía: "Un alma fuerte... es fuerte ante sus apetitos. Un alma es fuerte... si sabe renunciar...". | |||||
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