Cuerpo de Cristo
J. Mª. Alimbau
18.10.06 La Razón
Amar hasta que duela

 

Sorprendente felicidad

Trabajo en "Nirmal Hriday"

        A una joven de familia acomodada, con estudios universitarios, le correspondió ir con otras compañeras a la "Nirmal Hriday", el Hogar del Moribundo abandonado que las Misioneras de la Caridad tienen en Calcuta para atender y cuidar a enfermos agonizantes recogidos en calles y plazas de la ciudad. Antes de salir, la Madre Teresa de Calcuta les dijo: "Habéis observado con cuánto amor y delicadeza el sacerdote, durante la misa, ha tratado el cuerpo de Cristo. Procurad vosotras hacer lo mismo cuando estéis en el Hogar puesto que allí se encuentra Cristo, ya no bajo las apariencias de pan y vino sino bajo las apariencias de dolor, de sufrimiento…".

        Y la Madre Teresa añadía: "Horas más tarde todas se encontraban de vuelta. Una de ellas, justamente la que había llegado de la universidad, corrió hacia mi despacho y, con una limpia sonrisa dibujada en su rostro y con el contento interior que da la generosidad cristiana, me dijo: "Madre, durante tres horas he estado tocando el cuerpo de Cristo". Yo le pregunté: "¿Qué es lo que ha sucedido?". Ella contestó: "Al poco de llegar, trajeron a un enfermo moribundo recogido por la calle. Estaba cubierto de gusanos... No me resultó fácil. Pero me di cuenta de que en él estaba tocando, limpiando, curando el Cuerpo de Cristo sufriente"". Pablo VI, en su discurso a los miembros del Pontificio Consejo para los Laicos, decía: "Las personas, contemporáneas, escuchan más a gusto... a los que dan testimonio que a los que enseñan. O si escuchan a los que enseñan es porque... dan testimonio". "Seréis mis testigo hasta los confines de la tierra".