Esopo habla al siglo XXI: El hombre al que mordió un perro
Grave error es halagar la maldad, pues la incitas a hacer más daño todavía.
Jose Vaquero
Fábulas de Esopo
Jerry Pinknei

        Esopo nos habla esta semana de la amistad. Con El hombre al que mordió un perro, el autor nos recuerda la importancia de hacerse como niños para dar con la clave de sentirnos queridos y aprender a no desconfiar.

El hombre al que mordió un perro

“Un perro mordió a un hombre
y éste corría por todo lado buscando quien le curara.
Un vecino le dijo que mojara un pedazo de pan
con la sangre de su herida
y se lo arrojase al perro que lo mordió.
Pero el hombre herido respondió:
— ¡Si así premiara al perro,
todos los perros del pueblo vendrían a morderme!”.

        Mi buen amigo Esopo: ¿No dicen que el perro es el amigo del hombre? Pues parece que, de vez en cuando, a este noble animal se le olvida qué es la amistad. O al menos la amistad hacia ciertas personas.

        ¡Cuánto se habla hoy de la amistad, y a la vez qué poco se vive! Uno de los grandes maestros de este tema, Antonio de Saint Exupery, no logró encontrarla en la mayoría de los adultos de sus obras. Sí la encontró, en cambio, en los niños, en los pequeños, en los sencillos.

        Y creo, querido amigo, que aquí está la clave de esta gran virtud: hacerse como niños, sentirnos necesitados del cariño de los demás, y a la vez confiar en quien nos ama. Sentirnos queridos, y confiar, dos palabras que hoy no están de moda. Prima el cálculo, el miedo a que nos engañen, el cubrirnos las espaldas “por si acaso”. ¿Esto es progreso en la sociedad? ¿O más bien es el avance del cangrejo