The Road y ‘el fuego en el corazón’
Una película que muestra que hay posibilidad de esperanza, de un mundo nuevo, basado en los valores de la verdad, el bien y la bondad. Pero sólo una minoría conservan el fuego interior, es decir, la fe, la esperanza y la caridad.
Jordi Castellet i Sala
Grandeza para cada día
Stephen R. Covey

        Una película inquietante, protagonizada por Vigo Mortensen, y dónde aparecen también Charlize Theron y Robert Duvall, como actores conocidos. El resto, un elenco de personajes que deambulan por un mundo devastado, quien sabe si por una guerra nuclear que ha dejado la humanidad en un invierno perpetuo y condenada a extinguirse.

        Ante la amenaza de la muerte por falta de alimentos y de vida social, aparece la opción de convertirse en antropófago, destruyendo lo poco de vida humana que queda sobre la faz de la tierra o bien de continuar buscando a aquellos que conservan ‘el fuego en el corazón’ según la expresión con que acaba el film, en boca del hijo pequeño del buen Viggo. Actor que todos recordaremos por su Aragorn del Lord of the rings y que no ha quedado encasillado en su personaje casi mitológico, sino llevado por un afán dramático envidiable.

Lo único

        Más allá, cuando acaba el metraje, uno se pregunta qué es lo que ha venido a ver, ¿una película sin sentido? Pero no. The Road es en filmografía el equivalente a La metamorfosis de Kafka, de hecho, una parábola sobre el mundo en qué vivimos, devastado por el egoísmo, por el sinsentido, por la antropofagia cultural, económica, moral en qué vivimos cada día y dónde sólo una minoría conservan el fuego interior, es decir, la fe, la esperanza y la caridad, virtudes escasas pero las únicas que pueden dar de si un mundo más humano en medio de tanto desastre devastador: la crisis económica, los terremotos, el sufrimiento de los más pobres, el afán por ser más a expensas de los más débiles.

        Bonito el momento esperanzador, cuando en medio de un paisaje desolador y aparentemente sin vida aparece un escarabajo. ‘¿Qué es?’ pregunta el chico, que no había visto ninguno. Y es que hay posibilidad de esperanza, de un mundo nuevo, basado en los valores de la verdad, el bien y la bondad que, en definitiva, provienen de Dios.

Dios

        Y es que Dios está muy presente en un film que muestra lo peor de la naturaleza humana, donde se quiere retratar la bestia que todos llevamos dentro y que sale a campar a su aire a la mínima que no la reprimimos y la encerramos dentro de la jaula.

        ‘Si yo fuera Dios habría creado un mundo exactamente así’, dice Viggo, el padre, en un momento en qué piensa en su vida pasada, feliz junto a su mujer y esperando su hijo.

        Y, sin darse cuenta, es la misma idea y experiencia de Dios la que guía los personajes que ‘llevan el fuego en el interior’, la fe sin la cual uno se convierte en caníbal, devorador de la raza humana que sólo puede llegar, así, al desastre más absoluto. Porque uno acaba descubriendo que, más allá del mundo destruido por la hecatombe, está el mundo interior del hombre, de cada ser humano, santuario del bien y de la verdad a descubrir y vivir, sin el cual el hombre se acaba convirtiendo en un lobo para él mismo y para los otros (Hobbes).

        En definitiva, una película que no se ha de ir a ver después de cenar, impactante, metafísica, de las que me gustan, un meta relato sobre la naturaleza humana puesta a prueba en la situación más difícil, y de qué manera el hombre continúa encontrando razones para la esperanza en la desesperanza, gracias a la fe del fuego interior.