Érase
una vez un hombre quien tenía un hijo al cual amaba entrañablemente.
El hombre trabajaba como operario del puente para el ferrocarril.
A su hijo le encantaba ver los trenes. Un error trágico
le llevó a una decisión inimaginable: permitir
que su hijo muriera aplastado por el puente para que no murieran
todos los viajeros del tren (video duración 5' 4").
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