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Muy alto. Ha desempeñado su labor con muchísima entrega y cariño. Su permanencia además tanto tiempo le permite tener un conocimiento del centro, los presos y los funcionarios que seguramente, exceptuando al director, no lo tiene nadie más.
Intento ir a la cárcel dos o tres horas diarias, y es un trabajo un poco de patio o de pasillo, por decirlo así. Pasas, saludas, levantas el ánimo, haces pequeños favores, les escuchas, les confiesas... La finalidad última es acercarles al Evangelio. Pero para llegar ahí, es necesario primero una cercanía verdadera. Llevarles el Evangelio desde la alegría y la amistad.
La elección es siempre del obispo, pero cuenta con la voluntad de quien es elegido.
En la cárcel no se nota descenso. Al contrario, los presos viven la fe con alegría y libertad. A lo mejor suena contradictorio, pero es un ámbito muy personal y quien se acerca a Dios es porque quiere. Son personas como el resto de la sociedad, pero que no se avergüenzan de decir que creen. En ese sentido, son más libres. Yo creo que van a misa porque ahí se sienten en paz.
La capilla se llena todos los domingos con gente joven y en un ambiente muy participativo y auténtico. La asistencia entre los hombres de confesión católica ronda el 70%, y entre las mujeres muchas veces llega al 90%.
Son gente sencilla, cercana, con ganas de vivir con alegría. "Jesús también fue preso"
Hay unas 25 personas que colaboran de continuo. Algunas se dedican preparar y acompañar en las misas. Otros, imparten talleres de informática, pintura o lectura. También se les acompaña en salidas, como la Javierada, que hacen los que están en tercer grado, y cada año se organiza un rastrillo en la parroquia San Vicente Paúl para hacerles un regalo en Navidad y otro en San Fermín. De lo que se trata es de crear una relación personal entre reclusos y voluntariado cristiano, que pueda ayudarles en su fe.
Se suele producir una estigmatización innecesaria, que dificulta que salgan adelante. Cuando dices que entras en la cárcel a hablar sin cristales ni rejas de por medio, la gente se asusta, como si fueras a Vietnam. Y la realidad es que entras, y tan feliz. Son personas, y hay lo mismo que en la sociedad. Sólo que los presos son más respetuosos y cariñosos con "el cura" que mucha gente en la calle.
Jesucristo también fue apresado y en el Evangelio de Mateo dice: "Venid, benditos de mi Padre, porque estuve en la cárcel y vinisteis a visitarme". | ||||
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