Con unos reclusos en el patio de la prisión
"En la cárcel no hay descenso de fieles; la capilla siempre se llena"
El sacerdote Nacho Iturria toma el testigo como capellán de la cárcel de Pamplona de manos de su predecesor, Antonio Azcona, que ha estado 32 años en esta labor. El arzobispo Francisco Pérez comunicó el relevo en una misa que ofició en la cárcel ante 80 reclusos el 24 de septiembre, festividad de la Virgen de La Merced, patrona de los presos.
Diario de Navarra
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María Vallejo Nágera

¿Cómo le ha dejado el listón su predecesor?

        Muy alto. Ha desempeñado su labor con muchísima entrega y cariño. Su permanencia además tanto tiempo le permite tener un conocimiento del centro, los presos y los funcionarios que seguramente, exceptuando al director, no lo tiene nadie más.

¿Cómo es su labor del día a día?

        Intento ir a la cárcel dos o tres horas diarias, y es un trabajo un poco de patio o de pasillo, por decirlo así. Pasas, saludas, levantas el ánimo, haces pequeños favores, les escuchas, les confiesas... La finalidad última es acercarles al Evangelio. Pero para llegar ahí, es necesario primero una cercanía verdadera. Llevarles el Evangelio desde la alegría y la amistad.

¿Ser el capellán de la cárcel es un cargo elegido u obligado?

        La elección es siempre del obispo, pero cuenta con la voluntad de quien es elegido.

En la calle, se percibe un descenso en la gente que acude a la iglesia, ¿y en la cárcel?

        En la cárcel no se nota descenso. Al contrario, los presos viven la fe con alegría y libertad. A lo mejor suena contradictorio, pero es un ámbito muy personal y quien se acerca a Dios es porque quiere. Son personas como el resto de la sociedad, pero que no se avergüenzan de decir que creen. En ese sentido, son más libres. Yo creo que van a misa porque ahí se sienten en paz.

¿Cuánta gente asiste a la misa del domingo?

        La capilla se llena todos los domingos con gente joven y en un ambiente muy participativo y auténtico. La asistencia entre los hombres de confesión católica ronda el 70%, y entre las mujeres muchas veces llega al 90%.

¿Cuál ha sido su impresión de los reclusos en los pocos meses que lleva entrando a esta cárcel?

        Son gente sencilla, cercana, con ganas de vivir con alegría.

"Jesús también fue preso"

¿Cuántos voluntarios colaboran?

        Hay unas 25 personas que colaboran de continuo. Algunas se dedican preparar y acompañar en las misas. Otros, imparten talleres de informática, pintura o lectura. También se les acompaña en salidas, como la Javierada, que hacen los que están en tercer grado, y cada año se organiza un rastrillo en la parroquia San Vicente Paúl para hacerles un regalo en Navidad y otro en San Fermín. De lo que se trata es de crear una relación personal entre reclusos y voluntariado cristiano, que pueda ayudarles en su fe.

¿Es generosa la sociedad con las personas que están o han estado en la cárcel?

        Se suele producir una estigmatización innecesaria, que dificulta que salgan adelante. Cuando dices que entras en la cárcel a hablar sin cristales ni rejas de por medio, la gente se asusta, como si fueras a Vietnam. Y la realidad es que entras, y tan feliz. Son personas, y hay lo mismo que en la sociedad. Sólo que los presos son más respetuosos y cariñosos con "el cura" que mucha gente en la calle.

¿Si Jesucristo estuviera aquí en carne y hueso visitaría la cárcel?

        Jesucristo también fue apresado y en el Evangelio de Mateo dice: "Venid, benditos de mi Padre, porque estuve en la cárcel y vinisteis a visitarme".