El regalo del down
Aunque hace falta saber mirar así, tener unos ojos capaces de ver más allá de lo meramente físico y deficienteen este caso.
Álex Navajas
La Razón
Sin Excusas
Kyle Maynard

        Los ojos levemente rasgados le delataron: Javier nacía con Síndrome de Down. Ocurría hace un par de semanas en una clínica de Madrid. Su padre le sostuvo con ternura a la vez que los ojos se le humedecían y su alma se llenaba de una paz desconocida. "Era un regalo de Dios; ahora comenzaba a entender que Él nos había estado preparando a mi mujer y a mí para este momento a lo largo de muchos años", asegura. Su rostro irradia la serenidad que reina en su espíritu, creando a su alrededor una atmósfera luminosa, casi mística. Sin beaterías; con reciedumbre, fe y realismo, desgrana el nacimiento de Javier.

        Hacía tres años y casi mil partos que el ginecólogo no traía al mundo a un Down. Cuando detectaba en la semana 20 o 21 que el niño llegaba "enfermo", las madres optaban por el aborto. No fue el caso de Javier. "Aunque lo hubiéramos sabido, no habríamos abortado. Y ahora –recalca–, sólo podemos dar gracias a Dios. Es la experiencia que queremos compartir con las madres que reciban la noticia de que su hijo nacerá con el síndrome".

        Mientras le escucho, me pregunto quién está más enfermo: si el niño o los que rechazan al niño por enfermo. Y le pido a Dios que nos abra los ojos.