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Su sencillo ministerio desde la ventana |
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| El origen de los papelitos | Cierto
día, un rico hombre de negocios tuvo una conversión maravillosa
al leer uno de aquellos versiculitos. Tras encontrar a Cristo, regresó
al lugar donde había recogido el trocito de papel gracias al
cual había conocido al Señor para tratar de averiguar
cómo había llegado hasta allí. Y de pronto vio
caer revoloteando en la acera otro papelito; y una pobre y cansada anciana
se agachó trabajosamente a recogerlo. Observó que se le
iluminaba el rostro al leerlo. ¡Y cuando reemprendió la
marcha, parecía que caminara con nuevas fuerzas! El hombre se
quedó clavado donde estaba, sin dejar de mirar hacia arriba,
decidido a averiguar el origen de aquellos papelitos. Tuvo que esperar
mucho rato, porque el pobre Tommy, que estaba inválido, tardaba
mucho en garabatear penosamente aunque sólo fuera un versículo
en uno de aquellos papelitos. De pronto, el hombre de negocios fijó
la vista en una ventana de donde alguien extendía una manecita
menuda y delgada para tirar un papelito que parecía igual a los
que había visto antes, e igual al que le había proporcionado
a él toda una nueva vida. Se fijó bien donde estaba la
ventana, subió corriendo las escaleras de la mugrosa casa, y
por fin encontró el cuchitril de Tommy, ¡el misionero de
la acera!
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| Un ofrecimiento muy sugerente y atractivo | Esta historia es verídica, y ojalá me acordara de como se llamaba el hombre, pero si mal no recuerdo era fabricante de sombreros en Filadelfia. El y Tom se hicieron enseguida muy amigos, y él le proporcionó a Tom toda la ayuda y cuidados médicos que pudo. Al final le invito a irse a vivir con él a una mansión suntuosa que tenia en una zona residencial. Pero con gran asombro suyo, Tom le respondió: «Tendré que consultarlo con mi amigo.» ¡Se refería a Jesús!
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| Ahora alguien está pasando | Después de pasar un largo rato callado y pensativo, la cara de Tom se puso muy triste, pues no quería herir a su nuevo amigo. Pero por fin dijo con voz baja, pero firme, y con los ojos llenos de lágrimas: «Lo siento, pero comprenda usted que no podría vivir donde nadie pasara por delante de mi ventana».
¡Ahora mismo, alguien está pasando por la ventana de nuestra vida! ¿Ha encontrado nuestro amor una forma de ayudarle? ¿Les hemos mostrado el amor de Dios? Él lo hará sin que importen las limitaciones de cada uno, porque Dios también tiene una ventana, y ha prometido que si le obedecemos y abrimos a los demás las ventanas de nuestra vida, "Él abrirá las ventanas de los cielos y derramará bendición hasta que sobreabunde" (Mal.3:10). | |||||
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