Tiene
44 años y dice que su vida vale la pena: necesita un
respirador, no habla; no ve; se alimenta a través de
una sonda; no se mueve, salvo unos leves temblores, con los
que se comunica, y ha aprovechado para escribir en esa situación
su tercer libro: "Los garabatos de Dios". Una enfermera
debe interpretar los garabatos que consigue hacer. Con nuevos
sufrimientos cada día, admite, pero el dolor necesariamente
conecta con Dios, asegura (video duración 1').
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