El purpurado difunde un mensaje de valentía.
El cáncer es mi «ángel», confiesa el cardenal chino Paul Shan Kuo-hsi
Tras ser diagnosticado de cáncer de pulmón el año pasado, el cardenal Paul Shan Kuo-hsi, en lugar de esperar la muerte, se ha dedicado a inspirar a otros para afrontar la vida con valor.
HONG KONG, lunes, 10 diciembre 2007 (ZENIT.org)
Vida y Destino
Vasili Grossman

 

 

 

Llevarse bien con el cáncer

        El cardenal jesuita, obispo emérito de Kaohsiung y antiguo presidente de la Conferencia Episcopal Regional China de Taiwán, inició su gira de «Adiós a mi vida» en octubre.

        Su primera visita fue a Hsinchu, en la costa noroeste de Taiwán, y desde entonces ha visitado las otras seis diócesis de la isla.

        «Trato al cáncer como mi "pequeño ángel" –explica el cardenal–. Me lleva a decir a la gente que deberíamos tener el valor de afrontar los desafíos de nuestra vida».

        La gira se completó el pasado 5 de diciembre con la visita del purpurado a la Universidad Católica Fu Jen en Taipei. El centro académico le ofreció un reconocimiento por su amor a la vida.

        El cardenal Shan Kuo-hsi, que cumplió 84 años el 3 de diciembre, comentó que se sentía «muy feliz de ser testigo del Evangelio» en esta última etapa de su vida.

        Contó que había visitado un centro contra el abuso del consumo de drogas en Taitung en el que se encontró con trescientos internos el 22 de noviembre.

        Les dijo: «El cáncer me ha permitido saber que estoy en la última etapa de mi vida, debería intentar dar lo mejor de mí mismo a la sociedad».

        El purpurado rezó por los internos y dijo que la gente debería usar el «amor» para solucionar los problemas de su vida diaria.

        Fue diagnosticado de cáncer de pulmón en julio de 2006. Compartió con quienes ha encontrado en su viaje cómo le impresionó el diagnóstico, con la perspectiva de tener sólo cuatro o cinco meses de vida.

¿Por qué a mí?

        «Al principio, le pregunté al Señor: ‘¿Por qué a mí?'. Cuando me serené, reconocí que es la voluntad del Señor –dijo el cardenal–. El quiso que yo ayudara a otros compartiendo con ellos mi experiencia personal. Y ahora, confirmo que ‘¿Por qué no a mí?'. ¡Un cardenal no tiene el privilegio de estar siempre sano!».

        El purpurado chino dijo que, después de su muerte, su cuerpo se convertirá en fertilizante de la tierra de Taiwán, pero su alma retornará al Señor.

        Así mismo alabó el ejemplo heroico del anterior papa Juan Pablo II, que hizo todo lo que pudo para vivir los últimos minutos de su vida con dignidad.

        El cardenal Shan Kuo-hsi es originario de la provincia de Hebei, norte de China. Dejó el continente tras ingresar en la Compañía de Jesús en 1946. Fue ordenado sacerdote en Filipinas, en 1955.

        Fue nombrado obispo de Hualien, Taiwán, en 1979, y obispo de Kaohsiung, en 1991. Fue elevado a cardenal en 1998, y pasó a ser obispo emérito en enero de 2006.