Crónica del cambio

El nuevo opio del pueblo

Resulta patético contemplar los esfuerzos que se efectúan desde el partido socialista para exhibir un programa original.

Juan Velarde Fuertes
www.alfayomega.es

Para tener muy en cuenta

        En el mundo actual, los puntos clave de éste son siempre los de la política internacional y los de la económica. En el caso español esto se manifestaba, en el primer caso, con una especie de antinorteamericanismo rotundo, heredero directo de las manifestaciones de los movimientos por la paz impulsados por la Unión Soviética durante la pasada guerra fría. Naturalmente, ahora todo comienza a cambiar al contemplar el panorama diplomático en el que se mueve España, la complejidad de sus intereses en el Mediterráneo y Oriente Medio, la situación fronteriza con el crecientemente conflictivo mundo islámico, la existencia de unas Fuerzas Armadas –confesémoslo– muy débiles en número y material, y que la postura europea frente a los Estados Unidos, por fortuna, no es exactamente lo que se desprende de una lectura apresurada del libro de Robert Kagan, Of Paradise and Power: America and Europe in the New World Order.

        Lo mismo sucede con la política económica. La situación económica mundial no parece, ni mucho menos, tan positiva como se había señalado hace aún un mes. Ni Alemania y Francia despegan, ni Norteamérica resuelve sus problemas, ni es posible olvidar que el choque del 11-M ha creado una volatilidad bursátil extrema. Además, sobre España pasean fantasmas como el energético, o el de Kioto. En este sentido resulta asombroso leer una información firmada por N.M. del Campo en La Nueva España del 26 de marzo de 2004, en la que Javier Fernández, Secretario General de la Federación Socialista Asturiana, señala que «todo el mundo sabe que el PSOE apostó por el carbón», aunque todos conocemos de qué modo rotundo Rodríguez Zapatero se pronunció a favor de un rigurosísimo cumplimiento de las condiciones de Kioto, en Murcia. Y si España incumple los mandatos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, con contemplarse, no en Alemania o Francia, sino en el vecino Portugal, le bastará para comprender que la amenaza de una segura crisis económica por ello, no es una vaga entelequia. Simultáneamente, si el nuevo Gobierno cede, pues, a una serie de promesas vinculadas con más gasto público, sabe que el fruto de la crisis está servido, con sus complementos estanflacionistas y el recuerdo de los ocho años magníficos, de 1996 a 2004, en los que el poder estuvo en manos del PP.

Y como "lógica" consecuencia...

        Como resultado de sus meditaciones parece que se ha decidido por mostrar, como su seña de identidad, el caminar por el sendero proabortista –en un país con un muy serio problema de natalidad–, y de cesión ante los grupos homosexuales, cuestión que la inmensa mayor parte de la opinión pública jamás coloca en el centro de sus prioridades. Dígase lo mismo con el ataque a la enseñanza de la Religión, o con la liquidación de lo poco que se había avanzado en cuanto a seriedad en el terreno de la enseñanza. Y da la impresión de que habría más concesiones a este anticlericalismo chato, heredero de La Traca y de Fray Lazo, que resulta sencillamente ridículo.

        En el Prólogo a la primera edición de El Capital, Carlos Marx señalaba que la Alta Iglesia Anglicana estaba dispuesta a abdicar de sus planteamientos teológicos antes que ceder en el terreno de la política económica que le convenía. Hágase más ramplona la cosa y he aquí que el partido socialista se refugia en sus más ridículos planteamientos anticlericales, en sus más antisociales medidas, sólo interesantes para nuevos ricos progresistas, para huir de los planteamientos socioeconómicos y políticos que estuvieron siempre en su ideario fundamental. Cede en sus planteamientos teológicos para defender lo que le conviene para su supervivencia, como denunció Marx de un grupo anglicano muy selecto, por cierto no de modo demasiado justo.

        La crisis de la social democracia –la del comunismo no es crisis, sino muerte– se manifiesta ahí. Espera con dosis enormes de empleo de ese opio anticlerical, adormecer las críticas que se van a alzar entre sus seguidores cuando observen que son incapaces de cambio alguno en lo que siempre constituyó la base del socialismo: un nuevo planteamiento internacional y una estructura socioeconómica diferente. Porque, ¿se debe crear un partido socialista casi exclusivamente para fastidiar de un modo continuo a los católicos? Resucitar a Nakens, hay que confesarlo, es sencillamente grotesco. Incluso, por lo que resucita de la persecución religiosa de 1936, es monstruoso. Es dar el opio, pero, desde luego, sin garcia.

A lo que vamos

        Concluyamos con dos párrafos, uno de Marx en El Capital. Sustituyo en él un nosotros, por los socialistas españoles: «Perseo se cubría con una nube para perseguir a los monstruos. Los socialistas españoles nos metemos en la nube, hasta los ojos y las orejas, para poder negar la existencia de las monstruosidades». El otro es de Largo Caballero. Esa permisividad ante la inmoralidad individual que ha surgido muy afianzada en el PSOE debería incitar a que sus dirigentes recordasen aquellas frases de Largo Caballero recogidas por Juan-Simeón Vidarte, como reacción en un cabaré al que le habían llevado unos socialistas catalanes: «¡A mí que no me diga nadie que esto es libertad! ¡Esto es degeneración, basura!»