Leyes tóxicas.
Introducción
José Javier Castiella
ALBA
El desafío del amor: un reto de 40 días que cambiará tu matrimonio
Stephen Kendrick y Alex Kendrick
         Hay venenos, como la cicuta o el cianuro, de efecto inmediato y mortal. Que se lo digan a Sócrates, condenado por el tribunal ateniense a beber cicuta o al mariscal Rommel cuando, descubierta su participación en el complot contra Hitler, se le invitó a suicidarse y tomó cianuro para evitar daños a su familia.

         Paralelamente, hay algunas leyes, como la de la gravedad, que pasan factura inmediata y mortal. Lo del paracaidista al que no se le abre el paracaídas y, cuando está a punto de llegar a tierra, dice optimista: "esto ya me lo salto", no pasa de ser una ocurrencia de chistoso. La realidad es que el paracaidista se hace papilla…

         Es común a aquellos venenos y a estas leyes que producen víctimas muy trágicas y felizmente, poco frecuentes.

         Pero hay otro modo de intoxicar, a medio o largo plazo. En el ámbito físico es lo que conocemos como contaminación: ambiental en las grandes ciudades, de determinados ríos o manantiales, alimenticia, atmosférica, climática etc. En estos casos la toxicidad llega al hombre en proporciones reducidas, pero constantes y acaso crecientes, de modo que no producen la muerte inmediata, pero hacen su labor de envenenamiento a medio y largo plazo, de modo inexorable, muchas veces desapercibida para las víctimas y afectando a un número muy superior de perjudicados. En el Occidente desarrollado se ha generado una gran sensibilidad para este tipo de intoxicación colectiva.

         Sin embargo el Occidente desarrollado se muestra profundamente aletargado e insensible a la intoxicación a medio y largo plazo que se está produciendo en su sociedad, en el ámbito legislativo, especialmente en lo relativo al derecho de familia.

         Pues bien, la sección que hoy comienza tiene como objetivo ir identificando esas "sustancias tóxicas" que se van introduciendo en nuestro Ordenamiento Jurídico y van contaminando a las generaciones que vienen, de modo que, si no le ponemos remedio, irán surgiendo diezmadas y dañadas, provocando la consiguiente decadencia y degradación de la sociedad.

         Será bueno sentar algunas bases sobre las que efectuar el trabajo de análisis y juicio crítico de las leyes. Son muy sencillas y de general aceptación social. Se trata de considerar mejor la vida que la muerte, la salud que la enfermedad, la estabilidad afectiva que la inseguridad afectiva, la educación e instrucción que la falta de formación y la ignorancia, la felicidad personal que la infelicidad personal, la cohesión y unidad familiar que la desintegración familiar, el respeto a la integridad física del otro que la violencia física o moral, el desarrollo adecuado de la personalidad que la frustración del mismo.

         A las leyes, como a los árboles, se les conoce por sus frutos.

         En las leyes de familia, los frutos deseados por el legislador suelen aparecer en la exposición de motivos, que es un texto anterior a la norma propiamente dicha, en el que el legislador expone, a veces con una enorme ingenuidad, otras con puro y duro cinismo, los objetivos que se propone y los medios que considera normativamente ajustados para conseguirlos.

         Los frutos reales de la norma de familia, que no siempre coinciden con los propuestos por el legislador, se producen a medio y largo plazo de modo inexorable. Contrastar estos resultados con esas bases de las que antes hablábamos constituye la prueba del nueve de la bondad o toxicidad de la ley de que se trate. Esta labor exige una cierta perspectiva temporal. Pero no hace falta ser profeta ni hijo de profeta para pronosticar un determinado tipo de frutos, ante una regulación que contraríe de un modo u otro las bases éticas de las que antes hablaba. No obstante, deben distinguirse, en aras del rigor, la constatación de resultados de los pronósticos. Así lo haremos.

         A lo largo de las próximas semanas iremos sometiendo a examen las leyes de familia de nuestro Ordenamiento Jurídico, detectando las "sustancias tóxicas" que, en su caso, contengan por el análisis de sus resultados, por la comparación con otras normativas de distinta orientación sobre la misma materia, por los estudios estadísticos de los frutos producidos por las mismas, etc. Procuraremos hacerlo con una visión práctica, cercana a la realidad conocida por el lector medio, ejemplificada en casos concretos.

         Esta sección no va dirigida a especialistas en Derecho de Familia sino a miembros de familia: padres, esposos, hijos…

         Prestaremos especial atención a las leyes que afectan a los menores. Son ellos los más vulnerables, los que no pueden, en propio nombre, defender su causa, ni siquiera quejarse del daño que se les hace con determinadas leyes.

        ¿Realmente protegemos a nuestros pequeños? No se pierda, querido lector, esta saga de "leyes tóxicas" en España, que afectan a los menores. Le aseguro que se llevará más de una sorpresa. Yo personalmente me la llevé, y desagradable, cuando hace algunos años comencé el estudio sistemático de esta materia.

         Conocer las deficiencias de las propias leyes, aparte suponer una lección de humildad colectiva, es el primer paso imprescindible para mejorarlas. Creo que es importante divulgar la realidad de estas leyes para concienciar a la buena gente, la eterna mayoría silenciosa, y generar un estado de opinión que obligue a los partidos políticos a plantearse estas cuestiones.

         El problema de los menores es que no votan ni protestan socialmente. Su propia condición de menores se lo impide.

        Ello significa que, salvo estadistas que sepan mirar a largo plazo, para los políticos cuyo horizonte casi exclusivo son las próximas elecciones, los menores no existen en la práctica. Sólo así se explica que en tantas leyes se les maltrate, unas veces con la hipocresía de utilizar un lenguaje protector, haciendo una regulación que produce todo lo contrario, otras veces, con el cinismo de conculcar sus derechos más básicos frontalmente.

        Pero no adelantemos acontecimientos. No se pierda la próxima semana la sección "LEYES TÓXICAS". Muchas gracias y, hasta entonces.