"La mejor ayuda al desarrollo es la cultura"

Roma. Desde hace más de cuarenta años, el padre Piero Gheddo –del Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras, de Milán– viaja por el mundo para conocer de primera mano, y dar a conocer, la labor que los misioneros realizan en las zonas más pobres y conflictivas de los cinco continentes. Fruto de ese trabajo periodístico son decenas de libros y millares de artículos. Su conocimiento sobre el terreno le permite romper tópicos y denunciar –sin polémicas– algunos prejuicios ideológicos presentes cuando se habla del Tercer Mundo.

Diego Contreras
ACEPRENSA Servicio 165/03

— Hoy, como nunca, los temas de cooperación internacional, de ayuda al desarrollo, etc. son una constante en la opinión pública. Sin embargo, la impresión es que los frutos no parecen responder en la misma medida.

        — Después de tantos años de periodismo en el Sur del mundo, estoy convencido de que no comprendemos a los pueblos pobres: los juzgamos siempre a partir de cómo son las relaciones con nosotros: comercio, política internacional, materias primas, turismo, etc., pero se nos escapa la verdadera vida. No será posible entrar en comunicación y en comunión con pueblos tan diversos, si no se presta más atención a su vida interna, cultural, social, religiosa. Si en los últimos cuarenta años se ha errado mucho en este campo, es porque falta una “cultura del desarrollo” fundada en el conocimiento de los pueblos, en la claridad de los objetivos y de los medios para alcanzarlos.

— ¿Y cuál debería ser, según su experiencia, el punto de partida?

        — En mi primer viaje a la India, en 1964, caí en la cuenta de que el desarrollo de un pueblo nace de dentro, de una revolución cultural que movilice las culturas estáticas que no disponen de estímulos interiores para crear un mundo mejor. El budismo, por ejemplo, no justifica ni la democracia ni la justicia social ni ninguna otra idea nueva. Todo está bien como está, no hay que cambiar nada porque, según la ley del “karma”, cada uno tiene lo que le conviene para su vida. El que es “paria”, paciencia, ya renacerá “brahmán” en la vida siguiente...

        El desarrollo procede de las ideas nuevas que trae el Evangelio: la dignidad del hombre, la igualdad de todos los hombres, hijos del mismo Padre, los derechos humanos, la justicia social, el respeto por la mujer y los niños, el bien público, la importancia del trabajo para mantener la familia… He escuchado infinidad de veces en países musulmanes, asiáticos y africanos en general, que el concepto de empeño en el trabajo lo ha llevado el cristianismo: para la tradición local, la aspiración es poder vivir sin trabajar.

Las lagunas de los “No Global”

— En los últimos años han nacido diversos movimientos (No Global, New Global) que parecen una reacción contra un cierto modo de entender las relaciones entre Norte y Sur...

        — Hace tiempo, pregunté a un misionero que llevaba treinta años en Tanzania, cuáles eran las causas del subdesarrollo africano. Me dio cuatro: la ignorancia, por la falta de escuelas; el fatalismo, causado por las religiones tradicionales; la corrupción de los gobiernos y el poder de los militares, responsables de los frecuentes golpes de Estado. Muchos de estos países dan el treinta por ciento del dinero a los militares y el dos por ciento a la educación, y todavía menos a la sanidad.

        Los No Global no protestan contra estas raíces locales del subdesarrollo. Protestan sólo contra occidente, que tiene culpas históricas y actuales, pero que no es ciertamente la causa radical. Los campesinos de mi región producen setenta y cinco quintales de arroz por hectárea; en la agricultura africana la media es de cuatro a cinco quintales. Nuestras vacas dan de veinticinco a treinta litros de leche al día; la vaca africana da un litro al día, cuando tiene el ternero... ¿La culpa de este abismo es de occidente? Pienso que es más bien falta de instrucción y de educación. Cuando cito estos datos, me responden: el responsable es el colonialismo, que no ha educado. Es cierto. Pero, ¿qué ha ocurrido en estos últimos cuarenta años de independencia? Temo que en muchos casos se ha ido hacia atrás.

        Los No Global no protestan contra las dictaduras y la ausencia de libertad en los países pobres, la tortura habitual en las cárceles, la tremenda corrupción de muchos gobiernos, el predominio de los militares, las costumbres inhumanas que habría que cambiar (inferioridad de la mujer, poligamia, penas sangrientas, etc.).

Dos mil años, de un salto

— Un slogan frecuente es que “el veinte por ciento de la población mundial se ha apoderado del ochenta por ciento de las riquezas”.

        — Creo que no se puede ayudar a los pobres contando mentiras. Es necesario decir: el veinte por ciento de la población mundial produce el ochenta por ciento de las riquezas. Y las produce porque venimos de dos mil años de historia en los que es patente la influencia de la Palabra de Dios. Muchos pueblos pobres han salido de la prehistoria hace poco más de un siglo.

        Cuando se habla de las poblaciones técnicamente subdesarrolladas, no se reflexiona suficientemente sobre la realidad de que la aceptación de lo que llamamos “progreso” no es un hecho pacífico. Incluso los instrumentos más simples como el arado de hierro, los fertilizantes, la bomba para el agua... requieren un cambio de mentalidad, de visión del mundo. Para nosotros occidentales, este cambio ha madurado durante siglos. Los pueblos pobres se ven obligados a dar ese salto en el espacio de una o dos generaciones. No se pueden imponer novedades que alteran el universo cultural y religioso de un pueblo. Pero, al mismo tiempo, los pueblos desean gozar del bienestar, de los derechos humanos que ven en otros más avanzados.