Una táctica poco dialogante
Fernando Pascual
Con la Vida en los Talones: historias de superación y esperanza
Jesús Poveda y Silvia Laforet

Objeciones

        Es fácil encontrar en los debates maniobras como las siguientes.

        ¿Uno afirma el derecho a la vida de los hijos antes de nacer? Se le acusa de ser enemigo de la mujer y promotor de la mentalidad machista.

        ¿Otro defiende que todos han de ser tratados como inocentes mientras no existan pruebas de su presunta culpabilidad? Se le tilda de encubridor y amigo de los delincuentes.

        ¿Aquel dice que la eutanasia es un delito? Seguramente desea ver morir a la gente en medio de dolores interminables.

        ¿El de más allá critica la ineficacia de la ONU? Será presentado como amigo de las injusticias que dominan en el mundo y como aliado de poderosos capitalistas despiadados.

        Los ejemplos no abarcan, ni mucho menos, la realidad. Surge, entonces, la pregunta: ¿por qué hay quienes actúan de esta manera?

        Quienes usan este tipo de tácticas saben que la mejor manera de ridiculizar un argumento es acorralar al interlocutor hacia posiciones extremas, como si defender un principio bueno fuese sinónimo de apoyar, al mismo tiempo, ideas consideradas por la así llamada “opinión pública” como dañinas, oscurantistas, peligrosas, discriminatorias e intolerantes.

No responde al malcon el mal

        En realidad, quien incurre en actitudes negativas y malévolas es precisamente quien esgrime contra su interlocutor frases como las anteriores.

        Por ejemplo, en el tema del aborto es sumamente injusto afirmar que los defensores de los hijos son enemigos de la mujer. Tal afirmación, además de falsa, inventa una contraposición que no existe. Defender la vida de embriones y fetos no significa ir contra nadie, sino estar a favor del más débil. Si se olvida esto, el debate queda desvirtuado, algo que, por desgracia, significa una victoria para quienes usan este tipo de tácticas malévolas.

        Por eso, frente a las actitudes y los golpes bajos de quienes buscan triunfar a cualquier precio, vale la pena un esfuerzo sincero por no responder al mal con el mal, y por centrar los argumentos, aún a costa de parecer repetitivos.

        Si existe algo de justicia y un espíritu de sano debate, los moderadores buscarán denunciar actitudes negativas de quienes destruyen el arte del diálogo, al mismo tiempo que se esforzarán por promover un clima adecuado donde sea posible no sólo exponer con serenidad el propio punto de vista, sino ofrecer argumentos con los que temas serios sean tratados del modo más adecuado y con resultados que deberían interesar a todos.