'La nueva tiranía' de Juan Manuel de Prada
El escritor nos habla de su libro "La nueva tiranía", que desmonta las falacias del "Mátrix progre"
P. J. Ginés
La nueva tiranía
Juan Manuel de Prada

Con gesto hosco, el escritor cree que hay que desvelar el horror del mal, pero para proponer el bien

Quiere rescatar autores como Pemán, Castellani, Solzhenitsyn, Flannery O

        Juan Manuel de Prada lleva años escribiendo artículos contra el "Mátrix progre" en el diario ABC y denunciando el emotivismo narcisista en tertulias de radio o en "El gato al agua" de Intereconomía TV. Su primera novela, de 1995, provocativa, se titulaba "Coños", y en 1997 recibía el premio Planeta por "La tempestad". Pero después el mundo de las letras descubrió que detrás de este autor "barroco, sombrío y torturado" y su lenguaje crudo, hay una firme apuesta por el hombre necesitado de redención y una crítica a las falacias "progres" y bienpensantes. Ahora publica en LibrosLibres su último título: "La nueva tiranía, el sentido común frente al Mátrix progre".

-¿Por qué habla usted de un Mátrix progre?

        Me inspiro en la película de los hermanos Wachowski. Es una humanidad esclavizada en un mundo virtual, que se cree feliz. Nuestra vida se parece: vivimos contentos, mientras el Mátrix progre nos vende disparates. La educación para ciudadanía, el aborto, la ideología de género...

-¿Podría existir un Matrix conservador? ¿La Iglesia lo podría ser?

        No, porque la Iglesia no vende una utopía. Tiene fe. Y también una antropología que reconcilia al hombre con su naturaleza, una acumulación de sabiduría, algo común a muchas religiones, cuyas antropologías se parecen más de lo que muchos creen. Lo religioso es lo más natural del hombre y eso es lo que el Mátrix progre quiere extirpar. La Iglesia no busca dominio. El Mátrix progre dice: "haz lo que quieras y será ley". El cristianismo, en cambio, dice: "haz lo que debes, mira el corazón del hombre, su nostalgia, verás los mandatos de la moral natural, síguelos y serás coherente con lo que eres". El Mátrix progre crea niños caprichosos, que siguen sus impulsos y quieren hacer leyes de ellos. Es una tiranía especialmente grave porque disimula su carácter impositivo, eliminando todo espíritu de rebelión.

- En España se hacen niños a la carta: ¿Matrix o Gattaca?

        Adoramos al hombre, un signo del Anticristo. Esto ya lo adelantaba la mejor ciencia ficción de manera más o menos clara. En este libro estuve a punto de incluir un artículo sobre bebés-medicamento. Lo venden emotivamente como "un triunfo humano". Con el emotivismo anulas todo debate racional sobre el tema y así ya no se habla de los fallos, la destrucción de embriones, la eugenesia, las alternativas, las células adultas, los bancos de células de cordón umbilical... es emotividad contra razón.

- ¿Por qué escribe sobre violencia en el cine?

        Ya en La Ilíada se mata, se muere y se chapotea en la sangre. El arte está lleno de las cabezas cortadas de Holofernes y San Juan Bautista. La violencia puede aportar catarsis, como en La Pasión de Mel Gibson. O puede ser el regodeo de una mente degenerada, como en "300". El arte debe desvelar lo humano, y eso incluye los abismos del mal. Una mente degenerada puede levantar acta de la parte oscura del hombre, pero eso no será verdadero arte. Creo más en los artistas parecidos a la escritora Flannery O'Connor, una católica con novelas sórdidas, personajes pervertidos... El artista debe mostrar cómo la Gracia actua en el territorio del demonio, evitando angelismos píos.

-¿Por qué relaciona en su libro ortodoxia y provocación?

        Porque hoy solo puedes provocar siendo ortodoxo. Eso ya lo descubrió Chesterton y es una causa de su conversión. Un día este periodista decidió jugar a defender a la Iglesia Católica, a ver qué pasaba, y vio que mucha gente se enfada de forma desmedida. Le pareció tan curioso que se intersó más y más por el catolicismo y descubrió su coherencia. Yo también, al implicarme más en la realidad social, vi que todo lo que decían los obispos era tergiversado y manipulado. No se les concedía el derecho a un debate con argumentos. Se les refutaba con superficialidades como "qué sabrán de sexo si no follan". ¿Acaso dos mil años de escuchar las cuitas más profundas del hombre en el confesionario no dan una sabiduría? Me impacta la falta de voluntad de comprender a la Iglesia.

-¿No hay una religión progre de la salud?

        Hay un puritanismo en el Mátrix progre por su obsesión con la salud corporal. Antes había hedonistas del "comamos y bebamos que mañana moriremos". Eso nacía de la desesperación. Pero ahora, deificando al hombre, si antes los creyentes se mortificaban por acceder a la Eternidad, ahora se mortifican por una supuesta juventud pletórica, renunciando al vino, las hamburguesas. Y cuando empiezas a envejecer y enfermar, la eutanasia.

-¿Qué tiene que ver la familia con este Matrix?

        El Mátrix progre odia la tradición, el transmitir valores de padres a hijos, el querer romper la cadena entre generaciones, para suplirlo con adoctrinamiento. Por eso el Mátrix progre facilita la disolución familiar, porque odian esa vinculación profunda y natural. Este odio es un rasgo propio de lo demoníaco, encubriendo de forma melosa el aborto y otras cosas. Se hipersexualiza a los niños desde muy pequeños, y luego se rasgan las vestiduras. El mal se revuelve de rabia ante la infancia, por nostalgia de lo que era antes de su Caída del Cielo. Por eso, los niños, la familia, para el Mátrix progre es como el agua bendita para el demonio.

-Castellani, Solzhenitsyn, Pemán... ¿por qué escribe de esos autores?

        Me gustan porque restituyen al hombre su vocación trascendente. Descubren al lector que el Cielo forma parte de lo humano, que el Misterio, lo divino, está ahí, en la vida.

-¿Necesitamos obispos, profetas o poetas?

        Necesitamos más profetas. Obispos ya tenemos muchos y no dan mucho fruto. A la Iglesia le faltan profetas, y eso es dramático. También hay pocos poetas en la Iglesia. Si se recuperara el espíritu de profecía sería muy bueno. Un profeta viste normal, porque los del Antiguo Testamento vestían como todos sus contemporáneos. Pero denuncia las lacras sin paños calientes y provoca conversiones, y por ello mismo provoca rabia, claro. El profeta interpreta lo que pasa desde lo trascendente, lo escatológico. Y esto falta hoy incluso en la Iglesia.

-¿El aborto es una maldad distinta a otras maldades?

        Es una maldad especial porque atenta contra el hombre y su naturaleza cuando más protegido debería estar. Es la abominación de la desolación, que decía el profeta Daniel: poner violencia blasfema en el lugar santísimo, el templo de la vida saqueado por el aborto. Pero es que además es un crimen que se quiere consagrar como derecho. En el mundo mueren niños de hambre, pero nadie dice que dejar morir niños de hambre sea un derecho. Algunos lo piensan, pero no lo dicen ni hacen leyes para ello.