Sobre la esencia del fútbol… y del amor
Ignacio Sarre
Ven, se mi luz
Madre Teresa de Calcuta

 

 

 

 

 

 

Porque algunos no dan, se dan

        Para algunos, lo esencial del fútbol es que haya emoción y espectáculo. Para otros, en cambio, basta la efectividad traducida en goles. Hay quien disfruta el “juego fuerte”, la polémica, e incluso que se llegue a los empujones. Para unos cuantos lo que cuenta es el negocio. Podríamos preguntarnos, entonces, ¿cuál es el elemento esencial, lo más característico de este deporte que atrae y entretiene a millones de personas en el mundo? Interesante pero, al fin y al cabo, trivial.

        Hay preguntas, en cambio, que cada persona se debe plantear. De esas respuestas, sí depende mucho.

        ¿Qué es lo esencial del amor? La pregunta es válida e ineludible porque nos interesa a todos; ésta no es materia sólo para aficionados. El amor, en sus variadas acepciones, permea todas nuestras relaciones: con Dios, con el marido y la mujer, con los padres y los hijos, con los amigos, los conciudadanos… e incluso con los desconocidos.

        Entonces, ¿qué es lo esencial del amor? ¿Qué hace que el amor sea precisamente amor? No es una cuestión teórica, algo que “se sabe” o se encuentra en un libro. Es algo que hay que experimentar, vivir en primera persona.

        Así lo hacen, por ejemplo, muchos jóvenes que van como voluntarios a Calcuta para colaborar con las “hermanas de la caridad”, las hijas de Madre Teresa. Son personas “de primer mundo” que, al embarcarse en esta aventura, se dan cuenta de que en realidad no lo tienen todo si no son capaces de dar; aprenden que en la vida no se trata tanto de dar de lo que tienen, sino sobre todo de dar lo que son, de darse a sí mismos. Allí perciben que los pobres no sólo necesitan pan, sino sobre todo amor: sentirse tratados con cariño, mirados, abrazados, acompañados, queridos por alguien. Muchos de ellos experimentan en primera persona que es cierto eso de “hay más alegría en dar que en recibir”, que cuando das no pierdes, sino al contrario, te enriqueces más.

        El amor no es sentimiento, no es tener buenas intenciones. Amar no es dar de lo que nos sobra. Para amar no bastan las palabras. Amor es donación. En el matrimonio o en la vida consagrada, en cualquier etapa de la vida, en tiempos fáciles y difíciles, si queremos medir nuestro amor, veamos si estamos pensando en el otro y buscando su bien, antes que el de nosotros mismos.

        Cuando somos capaces de entregarnos, de sacrificarnos, de darnos con alegría y hasta que duela, entonces hemos encontrado lo esencial del amor.¦