La democracia
Josep-Ignasi Saranyana
13 de enero de 2008
La Vanguardia (Barcelona)
El retorno de los Césares
José Manuel Otero Novas

 

 

La democracia en peligro

        Con gran osadía explicaba yo la plusvalía marxiana a un grupo de sacerdotes, hace ya algunos años. Al terminar, cuando creía haber "demostrado"' que el mercado capitalista aboca fatalmente a la dialéctica de clases, uno de los asistentes, convencido, aunque también angustiado, me espetó: ¿Y ahora qué; cómo se resuelve todo esto? La pregunta me llenó de perplejidad y no supe qué contestar. Me salvó la campana, porque se había cumplido la hora de clase. No obstante, nunca he olvidado ese momento.

        Ahora, al leer la última encíclica de Benedicto XVI he comprendido la hondura de la pregunta de ese alumno mío. El Papa ha dicho: "Marx describió la situación de su tiempo e ilustró con gran capacidad analítica los caminos hacia la revolución. (...) Indicó con exactitud cómo lograr el cambio total de la situación. Pero no nos dijo cómo se debería proceder después" (nn. 20-21). Olvidó al hombre y olvidó también que su libertad es siempre libertad, incluso para el mal. Marx pensó que con cambios estructurales "se establecería la Nueva Jerusalén", el paraíso de la sociedad sin clases, después de una etapa de dictadura del proletariado. Todos, sin embargo, hemos comprobado con horror el error de su solución. El de Marx fue un diagnóstico brillante, pero ha tenido nefastas consecuencias, porque se basaba en una mala antropología.

        Es frecuente, como nos enseña la Historia, que los iluminados y utópicos ofrezcan espectaculares análisis, en los que, sin embargo, falla alguna variable. Algunos temen que esto podría repetirse ahora con propuestas legales que pretenden facilitar la democracia –se dice– y que, a la postre, podrían arruinarla. Sólo esto pretendía decir el Cardenal de Valencia hace quince días en la concentración de Madrid, y no ha sido entendido. Quizá a alguien le pueda parecer que sus frases no fueron del todo afortunadas. Pero, eran asequibles a cualquier inteligencia media. Entonces, ¿por qué tanta alharaca? ¿Qué misterio se esconde detrás de tanto ruido mediático?