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Más de lo mismo para bien y para mal |
¿Qué se puede decir de los Simpson que no se sepa? La serie lleva 17 años en el candelero y sigue causando furor cada semana, tanto en Estados Unidos como fuera. Los espectadores lo saben todo sobre esta singular familia norteamericana y no les extraña que Homer les reciba con un hay que ser pringao para pagar por ver lo que tienen gratis en la tele. La historia que viven los Simpson en esta ocasión es similar a las que hemos podido ver en la pequeña pantalla: Lisa está entregada, con poco éxito, a una cruzada ecologista por salvar el lago de Springfield, y cuando está a punto de triunfar, Homer realiza un gran vertido tóxico que provoca la intervención de las autoridades y amenaza la existencia misma de Springfield.
Los productores han optado por la animación tradicional y el dibujo a mano, en buena medida para no perder el look original. Con este handicap han realizado un excelente trabajo de animación, que en ningún momento pretende ser perfecta, y además aprovechan las posibilidades que ofrece la pantalla grande tanto para la célebre secuencia del monopatín con el desnudo de Bart, como para mostrar vastos espacios en Alaska, en el Gran Cañón o en un Springfield a punto de saltar por los aires. La excelente banda sonora de Hans Zimmer incluye el tema clásico de Danny Elfman. En resumen, un buen entretenimiento que ofrece pocas sorpresas. Tal vez Homer sea demasiado tonto para la duración de la cinta, pero se trata de los Simpson, absurdos, egoístas, un poco iconoclastas, imagen de la sociedad que reflejan y que les adora porque les da caña, pero sin perder la sonrisa, con buen corazón, y que, con todos sus defectos, siempre apuestan por la familia. | |||||
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