El asunto de la manzana
Louis de Wohl
Traducción: Carmen Shàd de Caneda
ConoZe.com
La luz apacible: novela sobre Santo Tomás de Aquino y su tiempo (14ª ed.)

 

 

 

¿Manzana?

        El Génesis, el primer libro de la Biblia, nos narra, después de la historia de la Creación, la de la «caída» de nuestros primeros padres. Y en numerosas cabezas anda rondando el asunto de la manzana. Dios lo había prohibido, pero Eva sintió curiosidad, comió una de las manzanas y dio también una parte a Adán y con ello se acabó la vida del paraíso.

        Así me lo describió un hombre adulto, sonriendo burlón al hacerlo.

        ¿Está Vd. seguro de que no se trató de una pera? le pregunté inocentemente.

        No, no, fue una manzana, eso lo sabe todo el mundo.

        Es asombrosa la forma en que se ha abierto camino la idea de la manzana, asombrosa y al mismo tiempo muy significativa de la forma en que se establecen nuestros recuerdos. La manzana del pecado original es un invento de pintores y dibujantes. La Biblia habla tan sólo de un fruto, del fruto del «árbol del conocimiento del Bien y del Mal». Se trata pues claramente de un símbolo, que los pintores euorpeos gustaron de representar en forma de manzana. Lo mismo podrían haber utilizado cualquier otro fruto, pero permanecieron fieles a sus manzanas, durante siglos.

        Y con ello puerilizaron y minimizaron la historia.

        ¿Qué es lo que ocurrió en realidad? Dios había pedido a sus hombres una prueba de fidelidad. En cambio ellos ofrecieron la prueba de su infidelidad. ¿Por qué? Porque un seductor les susurró: «Comed y seréis como Dios». Esa fue la gran tentación. Dios era el centro del hombre. Ahora el hombre tenía la oportunidad de convertirse a su vez en centro y echó mano de esa oportunidad. Y se convirtió en el centro, en el núcleo de sí mismo. Se hizo egocéntrico. Su propio insignificante Yo se convirtió en su dios y estaba dispuesto a sacrificar a este Yo todo lo demás. La caída fue el nacimiento del egoísmo.

        Hacia afuera parecía infidelidad, desobediencia. Pero el motivo fue la soberbia. Ahora ya no dependía de nadie y, por tanto, era «libre». Ahora era su propio legislador, y su propia ley era: Yo siempre el primero.

        El deseo de ser «como Dios», es decir de ser Dios, es en definitiva el único pecado que existe, pues todo lo que es pecado y delito y vicio parte de esta... única condición básica de que se es «libre» e «independiente», y que se puede hacer y dejar de hacer lo que se quiera. ¿Te has enterado Adán? ¿Te has enterado Eva?