'El mito del Papa de Hitler', por el rabino David G. Dalin
Una vez más, un judío desmonta las acusaciones contra Pío XII, que salvó a miles de judíos y se opuso al nazismo.
David Amado
El mito del papa de Hitler
David G. Dalin

 

Un judío

        En la Basílica de San Pedro, pasada la capilla de La Pietà de Miguel Ángel hay un estatua en bronce de Pío XII. Sorprende su figura mayestática, ataviado con su capa pluvial. Ante esa estatua he meditado sobre el destino historiográfico de este Papa capital en el siglo XX.

        Alabado al final de la guerra por numerosos judíos por todo lo que hizo a favor de ellos durante la guerra, pasó a ser denostado a raíz de una vulgar obra de teatro que se convirtió en la avanzadilla de un ataque furibundo.

        Aún recuerdo del rabino Zolli (convertido al catolicismo al final de la guerra y que tomó el nombre de Eugenio en agradecimiento al Papa) un capítulo del libro en el que narra su conversión hablando de la caridad del corazón de Pío XII.

        Pero ese y otros testimonios no han conseguido evitar los ataques continuos al Pontífice, que lo son en realidad, contra la Iglesia y Jesucristo. Se acusa a Pío XII de colaborar con Hitler y estar de acuerdo con su antisemitismo.

        Una vez más es un judío el que sale en defensa del injustamente encausado. El libro es un alegato y un testimonio. Para Dalin Pío XII debería ostentar el título de Justo gentil, porque no salvó a uno sino a miles de hijos del pueblo hebreo. Pero además, buceando en su biografía da interesantes detalles.

En plena batalla

        Uno es como el Papa, de joven, quiso estudiar hebreo para leer las Sagradas Escrituras, o cómo se involucró en la salvación de intelectuales judíos.

        También recuerda que la Mit Brennende Sorge, de Pío XI, en la que se condenaba el régimen nazi fue redactada contando con la información transmitida por Eugenio Pacelli, que conocía la ideología de primera mano al haber sido nuncio en Alemania.

        Pero Pío XII hubo de enfrentarse, como recuerda el autor, a dificultades mucho mayores que sus antecesores. Y, ante el demonio nazi, cuando nadie dijo nada él habló con el lenguaje de la caridad y la prudencia de los hombres sabios.

        David G. Dalin es plenamente consciente de que al debatir sobre Pío XII nos encontramos en el centro de una verdadera batalla cultural.

        Este es el aspecto que se les escapa a muchos y, quizás por ello, asisten a la controversia sin demasiado interés. Vienen a pensar: “se denigra a un Papa como antes se ha hecho con otros muchos”. Parte de la sentencia es cierta.

Otro punto oscuro

        Pero también lo es, como recuerda el autor, que los ataques contra Pío XII, promovidos desde cierta izquierda, lo eran también contra Juan Pablo II y el catolicismo en general.

        Al situar la obra en este contexto Dalin no sólo demuestra lo que hizo Pío XII a favor de los judíos sino que nos advierte sobre la lucha cultural en que nos enfrentamos con interesantes referencias a los medios de comunicación y al cine de Hollywood.

        Un capítulo está dedicado a otro personaje, al parecer inexistente para la izquierda, empeñada en borrar de la cultura occidental todo rastro de su bautismo cristiano.

        Se trata del gran muftí Hajj Amin Al-Husseini, personaje que intentó convencer a Hitler de que acabara con todas las juderías de Europa y cuyas ideas, por lo que parece, siguen vigentes en algunos medios culturales. No sucede así con la Iglesia, signo también, de que nunca estuvieron.

        Libro de gran claridad, notable interés y una bombona de oxígeno en medio de tanta mortaja informativa.