Ron tiene que llevar un traje horrible al baile.
'Harry Potter y el cáliz de fuego'
Una gran película de magia, de retos y aventuras, aunque muy tenebrosa para los más pequeños.
Pablo J. Ginés

        Los padres ya deberían haber quedado escaldados en la segunda y tercera película de Harry Potter, ambas pródigas en escenas siniestras y temibles. Pese a todo, los cines se han llenado este fin de semana de inconscientes progenitores con niños de 6 y 7 años, edades absolutamente inadecuadas para Harry Potter y el Cáliz de Fuego. Que no se quejen luego si el niño llora por la noche.

        La película es larga (147 minutos y otros 10 de títulos de créditos). Los mayores que disfrutamos con la historia lo agradecemos minuto a minuto, pero muchos niños, especialmente los más pequeños se aburren.

        Además, buena parte del argumento puede ser difícil de seguir. Se presentan al menos 10 personajes nuevos de relevancia, que se añaden a los ya conocidos de películas anteriores. Hay asesinatos, conspiraciones y complots, y para muchos niños (y mayores que no presten atención) es fácil perderse.

         Tierno melodrama juvenil

        Un tercio de la película tiene que ver con las relaciones entre Harry, sus amigos Ron y Hermione y otros compañeros del mágico colegio Hogwarts. Han llegado estudiantes de dos prestigiosos institutos extranjeros de magia para celebrar un gran torneo. Unas encantadores chicas francesas y unos rudos búlgaros aprendices de mago se mezclarán con las cuatro casas habituales del colegio.

        El torneo incluye un baile de gala y nuestros héroes, jóvenes adolescentes de 14 años, se deben enfrentar a retos tan difíciles y novedosos como encontrar pareja para invitar al baile. Ron y Harry no brillarán por sus habilidades sociales –aunque a Harry le rondan las chicas–, mientras que la brillante Hermione deslumbrará como una princesa. Muchos jóvenes y adultos encontramos divertido el melodrama juvenil, aunque nos parce que hará bostezar a muchos niños (aunque quizá no tanto a las niñas).

        En las otras pruebas a las que se verá sometido, las del torneo de magia, veremos un Harry que crece en calidad ética y madurez humana. En los peores momentos sabrá ser fiel a sus amigos, y se verá acompañado por el legado de amor de sus padres, un leit-motiv de la serie.

        Lord Voldemort, al descubierto

        La película es toda ella oscura en sus colores y tonalidades, más incluso que la tercera entrega. El último tercio es directamente siniestro: vemos por fin al villano oculto de la serie, Lord Voldemort, y a sus secuaces, los brujos malignos conocidos como mortífagos. Sus poderes y su maldad se manifiestan de forma terrible. Harry verá como mata a un amigo. En España la película está clasificada para mayores de 7 años; en EEUU para mayores de 13. En mi opinión, no tiene sentido llevar a menores de 10 a menos que sean ávidos lectores de la serie.

        El director de esta entrega, Mike Newell, se ha encontrado frente a la difícil tarea de condensar más de 700 páginas de libro en un sólo filme. J. K. Rowling, la autora de las novelas, que supervisa férreamente las adaptaciones y exige fidelidad a las novelas, ha comprendido que todo no puede ser, y ha permitido importantes recortes. El resultado es satisfactorio y los fans no se quejan mucho.

        En el aspecto visual, queda para antología el magnífico y trepidante duelo con el dragón colacuerno, así como el inquietante mundo subacuático del lago encantado junto a Hogwarts. Es muy de apreciar además la coherencia con las películas anteriores, lo que da profundidad a cada película. Para el espectador, la veteranía es un grado. Para los actores también, porque todos hacen un buen trabajo.

        Por último, cabe avisar que la frase del profesor Dumbledore, tan anunciada en los trailers de la película ("pronto tendremos que elegir entre lo que es fácil y lo que es correcto") se refiere en realidad a la siguiente película, que según los aficionados y la crítica adaptará la mejor –y más inquietante– de las novelas. A la espera quedamos.